El libro no intenta someter a análisis la posición de cada pensador, insinúa su crítica cuando ésta procede, dejando a los lectores decantar sus propias conclusiones. No es un texto para “leerse” y ya, en busca de información para pasar un examen, sino para meditarse y dejarse interpelar, introduce a la intemperie del pensamiento antropológico occidental y permite asistir a la construcción de la propuesta del autor. En esta propuesta se articulan los procesos educativos necesarios para que niños y jóvenes aprendan una civilización –cultura, técnicas e instituciones-, se incorporen a la historia humana y a sus significados, enfrenten los retos de su libertad y desaten su creatividad.
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