domingo, 26 de septiembre de 2021

Comentario sobre hechos históricos ocurridos en Bolivia 1997 - 2006

SOBRE EL QUE HACER POLITICO (PARADOJA)

Los orígenes de los cultos revolucionarios (1789-1792) Albert Mathiez

 Los orígenes de los cultos revolucionarios (1789-1792)

Albert Mathiez


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Estrategias y prácticas cualitativas de investigación social Ángel J. Gordo López

 Estrategias y prácticas cualitativas de investigación social

Ángel J. Gordo López
Araceli Serrano Pascual


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¿Tienen las Américas una historia común? Herbert E. Bolton, las fronteras y la «Gran América»

 ¿Tienen las Américas una historia común? Herbert E. Bolton, las fronteras y la «Gran América»

Horacio Crespo, Andrés Kozel, Alexander Betancourt


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Erik Hornung Introducción a La Egiptología

 



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Altarejos, F y Naval, C. (2011). Filosofía de la educación. (3ra. ed). Navarra, España: EUNSA.

 


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EL TRABAJO ANTROPOLOGICO

El trabajo antropológico Miradas teóricas, metodológicas, etnográficas y experiencias desde la vida 


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sábado, 25 de septiembre de 2021

ORIGEN Y CONSTITUCION DE LA WIPHALA

 



Cuentame, porque te interesa este texto del Inka Chukiwanka

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LEVIATÁN O LA MATERIA, FORMA Y PODER DE UNA REPÚBLICA ECLESIÁSTICA Y CIVIL

 


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POLÍTICA, LÓGICA Y MÉTODO EN LAS CIENCIAS SOCIALES

 


Los partidos políticos y sus candidatos son los protagonistas centrales de los procesos electorales. Los candidatos representan diferentes alternativas, son quienes compiten por los cargos públicos, realizan las campañas electorales y tratan de convencer a los electores para obtener su voto. Se puede afirmar que un país es democrático cuando sus elecciones implican una competencia real entre diferentes candidatos y cuando los ciudadanos deciden con libertad entre opciones diferentes. Los partidos políticos y los candidatos son actores especializados en la tarea de ejecutar funciones de representación política, por lo que los métodos de selección de candidatos dicen mucho sobre el tipo de sistema de partidos que tenemos en México. Los partidos representan a grupos organizados de personas que comparten objetivos y opiniones políticas semejantes y que buscan influir en la gestión pública mediante la elección de sus candidatos para cargos de gobierno. En el estudio de los sistemas de partido han confluido una gran cantidad de pensadores desde la vertiente clásica con autores como Moisei Ostrogorski, Robert Michels, Max Weber y Maurice Duverger, para quienes los temas privilegiados del análisis fueron los tipos de partido, su organización y sus funciones en torno a la lucha por el poder, hasta los politólogos contemporáneos como Giovanni Sartori y Angelo Panebianco quienes integran una perspectiva completa de los modernos sistemas de partido, el primero resaltando los elementos que caracterizan su estructura, el número de organizaciones en la arena política, el tipo de relaciones que surgen entre los partidos, sus ubicaciones ideológicas y estratégicas, así como sus relaciones con la militancia y el sistema político. Mientras que el segundo, concibe a los partidos como partes integrantes de un sistema de fuerzas en donde lo importante es la “dinámica organizativa interna” en términos de alianzas y conflictos por el poder entre los diversos actores que intervienen en el partido. Aunque la postulación de candidatos y el desarrollo de campañas electorales son las funciones más visibles para el electorado, los partidos realizan otras actividades vitales en una sociedad democrática. Representan una suerte de mediadores institucionalizados entre la sociedad civil y quienes toman las decisiones políticamente significativas. El funcionamiento de los partidos está determinado por factores externos como el sistema electoral, la cultura política o el marco legal, y también por factores internos, como la personalidad de sus dirigentes y funcionarios, sus fundamentos ideológicos o su particular historia partidista. Dependiendo del desempeño en las elecciones, los partidos políticos y sus candidatos pueden llegar a formar parte del gobierno o de la oposición legislativa. El sistema electoral es un elemento importante para determinar cómo los votos se traducen en escaños o cargos públicos, aunque las decisiones sobre la formación de coaliciones o alianzas electorales igualmente se reflejan en el resultado final:

Giovanni Sartori: «La Política. Lógica y Método en las Ciencias Sociales», México, Fondo de Cultura Económica, 1998

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Historia de la filosofía política: Strauss y Cropsey

 



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sábado, 18 de septiembre de 2021

EL MUNDO DE SOFIA


El mundo de Sofía (1991) es la novela más conocida del escritor noruego Jostein Gaarder. Se convirtió en un auténtico superventas, no sólo en Europa sino también en todo el mundo, y fue traducida a 54 idiomas. Usando como pretexto una trama novelesca, el autor hace una guía básica sobre la historia de la filosofía occidental. Posteriormente, esta novela fue llevada al cine en 1999 con el mismo título (El mundo de Sofía), dirigida por Erik Gustavson, también noruego.1​

La obra trata de una niña de 14 años, llamada Sofía, que el 15 de junio cumplirá 15 años. Su vida cambia increíblemente cuando, un día, recibe la carta de un filósofo que contiene dos preguntas: ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? Siguió recibiendo cartas de este filósofo misterioso en las que le explicaba la historia de la filosofía y las ideas que tuvieron los grandes pensadores de todos los tiempos. A medida que estas cartas llegan y surgen las conversaciones con su maestro, Sofía va desarrollando su identidad.

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ARISTOTELES EN 90 MINUTOS

 Paul Strathern

Aristóteles ha sido, quizá, el primero y el más grande de todos los polígrafos. Escribió sobre todo, desde la forma de las conchas marinas hasta la esterilidad, desde especulaciones sobre la naturaleza del alma hasta la meteorología, pasando por la poesía, el arte y hasta la interpretación de los sueños. Se dice que transformó todos los campos del conocimiento que tocó (aparte de las matemáticas, donde Platón y el pensamiento platónico conservaron su preeminencia). Pero sobre todo, a Aristóteles se le atribuye el mérito de haber fundado la lógica.

martes, 14 de septiembre de 2021

MARX,EL MARXISMO Y LOS DECOLONIALES:TERGIVERSACIONES OLVIDOS Y REACOMODOS. Miguel Ángel Urrego Ardila

 


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HEGEL Y EL ESTADO Eric Weil

 


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Ensayos sobre la Burguesía Medieval. José Luis Romero.

 Ensayos sobre la Burguesía Medieval.

José Luis Romero


Ellen Meiksins Wood: una clase sin politica

 


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Alarcón, J. (Coord). (2007). Filosofía política: sus clásicos y sus problemas actuales. Distrito Federal, México: UAM-I/Casa Juan Pablos.

 


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Vida y dialéctica del sujeto. La controversia de la modernidad Álvarez, E.

 


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EL MARXISMO OCCIDENTAL José Guilherme Merquior

 


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HEGEMONÍA Y CULTURAL EN TIEMPOS DE CONTRAINSURGENCIA "SOFT" Nestor Kohan

 


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REIVINDICANDO “EL CAPITAL DE MARX:UNA REFUTACIÓNAL DEL MITO DE SU INCOHERENCIA Andrew Kliman

 


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LA HISTORIA DE EL CAPITAL. Francis Wheen

 


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miércoles, 8 de septiembre de 2021

FILOSOFIA POLITICA: MARIO BUNGE

Este libro trata acerca de la política: de teoría política y de filosofía política. Aunque se las confunde con frecuencia, a causa de que interactúan entre sí, en realidad se trata de dos disciplinas distintas. De hecho, la teoría política es parte de las ciencias políticas, en tanto que la filosofía política es un híbrido de teoría política y filosofía. La primera de estas disciplinas es descriptiva y explicativa, mientras que la segunda es prescriptiva, hasta tal punto que se la llama «teoría normativa».
"...los politólogos describen y explican la política, los filósofos la examinan de manera crítica y sugieren mejoramientos y, en ocasiones, rasgos sociales radicalmente diferentes. Los filósofos políticos proponen escenarios y sueños allí donde los científicos sociales ofrecen instantáneas de las organizaciones políticas existentes." (Pag. 9)


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domingo, 5 de septiembre de 2021

LA FORMACION DEL ESPIRITU CIENTIFICO por GASTON BACHELARD

 LA FORMACION DEL ESPIRITU CIENTIFICO por GASTON BACHELARD

“La formación del espíritu científico”) ofrece, para el que se interesa por los problemas culturales de nuestro tiempo, abundante pábulo a la meditación. La combinación del Psicoanálisis con otras corrientes es uno de los más típicos fenómenos actuales y merece, desde luego, cierta reflexión. Por supuesto, en Bachelard no nos hallamos ante un fenómeno como el de Marcuse, con su fuerte capacidad para mover masas. El impacto de Bachelard no ha sido, con toda evidencia, tan espectacular. Probablemente, porque se mueve en esferas más especulativas y porque se ha reducido a un ámbito más intelectual. Si la combinación marcusiana psicoanálisis-marxismo ha servido para encauzar uno de los movimientos más típicos del siglo XX (la rebelión juvenil, entre otros), la simbiosis bachelardiana psicoanálisis-epistemología resulta menos explosiva, menos espectacular, pero, indudablemente, más constructiva. El interés fundamental de Bachelard se orienta hacia la historia de la ciencia y hacia los obstáculos de la mente humana para alcanzarla. Por otra parte, que el problema del conocimiento es uno de los más graves con que se ha enfrentado la especulación filosófíca, desde Parménides hasta nuestros días, se nos concederá fácilmente por parte de quienes tengan una mínima formación histórico-filosófica. De ahí el interés que nos merece el pensamiento de Gaston Bachelard. Desde Kant, sabemos muy bien que la definición del conocimiento como la aprehensión del objeto por parte del sujeto plantea no pocos problemas. No interesa ahora trazar la historia de esta cuestión, aunque sea de una forma mínimamente esquemática. Sí interesa, en cambio, señalar que el epistemóloqo francés ha planteado el tema desde una óptica nueva. O, por lo menos, desde una perspectiva que ofrece notables novedades, y que, desde luego, abre horizontes muy amplios. «Cuando se investigan las condiciones psicológicas del progreso de la ciencia —ha escrito— se llega muy pronto a la convicción de que hay que plantear el problema del conocimiento científico en términos de obstáculos. La noción de obstáculo epistemológico, pues, en el pensamiento de Bachelard es de una importancia central: sólo mediante un adecuado psicoanálisis del espíritu puede éste alcanzar plenamente el conocimiento objetivo. Tal es la tesis central de su libro. ¿Cuáles son esos obstáculos? Bachelard los ha desgranado a lo largo de las páginas del libro que comentamos. Pueden reducirse, esencialmente, a siete: la experiencia básica («el espíritu científico ha de formarse contra ella-formacion-del-espiritu-cientifico-bachelard-13582-MLA3230164643_102012-O sentido común y contra la naturaleza»); el conocimiento general («nada retrasa tanto el progreso del conocimiento científico como la falsa doctrina de lo general que ha dominado desde Aristóteles»); el obstáculo verbal («dar un nombre a un fenómeno no significa explicarlo»); el conocimiento unitario y pragmático («todas las cuestiones se sosiegan con una vasta Weltanschauung»); el obstáculo substancialista («substantivar un fenómeno no es aislarlo»); la libido («proyección de lo sexual a todos los objetos del conocimiento») y, finalmente, el obstáculo cuantitativo («falacias de una inadecuada cuantificación»). Bachelard limita los casos estudiados a determinados autores científicos —y no precisamente los más significativos— del siglo XVIII. En realidad, el libro podría titularse El nivel de la ciencia de la Ilustración porque es por ahí por donde va, en última instancia, el libro de Bachelard: trazar la altura intelectual, el nivel de las distintas etapas de la historia de la ciencia. Tres son las postuladas por Bachelard: un primer estadio, que el autor llama precientífico y que comprende, esencialmente, desde los griegos al siglo XVIII; la etapa científica, que abarca todo el siglo XIX; y la creación del nuevo espíritu científico que hace su aparición con la hipótesis einsteniana de la relatividad. Si en el primer estadio se va a la geometrización de los fenómenos (sobre todo en la ciencia barroca), la segunda etapa conduce a un proceso de abstracción (siglo XIX) que alcanza el grado supremo con Einstein y las nuevas orientaciones de la ciencia del siglo XX. Nadie negará, a juzgar por los principios GB_FormationEspritformulados, la trascendencia de las tesis sostenidas. Y, sin embargo, uno se resiste, cuando menos, a aceptar como definitivos sus puntos de vista. O en otros términos: a creer que hemos dado con la solución final del problema del conocimiento. Ante todo, por razones históricas. Cada vez que el espíritu humano se plantea la tarea de juzgar las aportaciones científico-filosóficas del pasado, las etapas anteriores aparecen desde la perspectiva del que hace el balance, como mera prehistoria. Cuando Aristóteles pasa revista a la ciencia que le ha precedido sólo se le ocurre pensar que su filosofía es la culminación y, al tiempo, la superación del pensamiento presocrático. Cuando, en pleno Renacimiento, Bacon publica su Novum Organum, afirma haber descubierto los obstáculos (él los llama ídolos) que han impedido, hasta su época, un conocimiento científico digno de tal nombre. Cuando, en fin, Comte publica su Cours de philosophie positive, cree también haber descubierto que la ciencia ha pasado por tres estadios sucesivos (¿no les recuerdan las tres etapas de Bachelard?): el teológico, el metafísico y el positivo. Este, naturalmente, representa le definitiva culminación. Pero, razones históricas aparte, hay también criterios de orden teórico. Por poner un ejemplo: el hecho de que se entienda, de un modo indiscriminado, como preciencia toda la historia del espíritu humano desde los griegos a Lavoisier. ¿Podemos aceptar, sin más, que el siglo XIII esté al mismo nivel que los griegos o que la ciencia renacentista y barroca, que nos dio nombres tan ilustres como Copérnico, Bacon, Kepler, Descartes, Pascal y Galileo? Una de las consecuencias positivas da la obra de Bachelard sobre la formación del espíritu científico (cuya versión original es de 1938), ha sido el intento por aplicar los puntos de vista del autor en otros campos científicos y a otros períodos. Me refiero, concretamente, alRO40228015 libro de R. Joly sobre el nivel de la ciencia hipocrática. Que yo sepa, aparte un breve estudio del nivel de la ciencia natural de Plinio, es éste el primer intento serio por aplicar las tesis de B-achelard a una etapa que no sea el siglo XVIII. Joly se enfrenta, en este trabajo —que ha conocido, bueno es decirlo, duras críticas— con la metodología de la medicina hipocrática, de la que es, por otra parte, un notable conocedor. Pero Joly sabe llegar a conclusiones algo matizadas. Creer que con la ciencia del siglo XX se ha llegado a la suprema cima del espíritu científico se me antoja una conclusión que recuerda las palabras de Hegel: «El mundo está explorado, circunnavegado y, para los europeos, es una esfera. Lo que todavía no ha sido dominado por ellos es que no merece la pena o no está destinado a ser dominado». Recuérdese que también Hegel creía haber llegado con su filosofía a un culmen… El pecado del orgullo suele ser frecuente en la historia de la ciencia. Aristóteles, Bacon, Comte y Bachelard son una buena muestra.
[José ALSINA. “G. Bachelard y el espíritu científico”, in La Vanguardia (Barcelona), 14 de agosto de 1980, p. 25]




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