lunes, 19 de septiembre de 2022

NUESTROS ORIGENES

 

Durante más de dos años he vivido con la constante sensación de peligro: soldados armados vigilaban mi casa, y unos guardaespaldas me acompañaban a todas partes en mi Land Cruiser, y otro coche detrás, siguiéndonos. Me sorprende cuan rápidamente me he acostumbrado a su presencia, como algo cotidiano. Pero nunca olvido que se trata de personas que antes querrían verme muerto que vivo.
En abril de 1989 el presidente Daniel Arap Moi, jefe de Estado de Kenia, nos sorprendió, a mí y a muchos otros, al nombrarme director del Kenya Wildlife Service.
Mi tarea consistía en evitar la creciente caza furtiva de elefantes y rinocerontes y establecer una estructura administrativa de control de los animales salvajes, base de nuestra industria turística. Esta industria es de vital importancia para Kenia porque atrae divisas. Pero la lucha contra la caza furtiva del marfil implica enfrentarse a gente muy poderosa que se ha enriquecido a manos llenas con la masacre de animales salvajes. De ahí que quisieran librarse de mí.
Ahora estoy inmerso de lleno en un ambicioso programa cuyo objetivo es la coexistencia entre los animales salvajes y las poblaciones humanas. El equilibrio será difícil, dada la presión demográfica existente y la fragilidad de las mermadas comunidades de la fauna salvaje. En muchos aspectos representa un microcosmos de la difícil situación por la que atraviesa todo el planeta.
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