martes, 3 de octubre de 2023

Los indios tehuelches

 La limpieza étnica y el exterminio de pueblos enteros en América no termino en la época colonial... siguió y sigue en América de diversas y perversas maneras

"Poco bara chiñor, poco bara chiñor"
Arreados como ganado, sobre el final de la mal llamada Conquista del Desierto, el Ejercito formó un campamento en Valcheta, que más bien fue un campo de concentración. Por ahí paso el colono galés John Daniel Evans, quien recordaba así aquel siniestro lugar: “En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. (…) Estaban cercados por alambre tejido de gran altura, en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos, ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés: poco bara chiñor, poco bara chiñor” (un poco de pan señor).
Sigue Evans: "los indios tehuelches durante el verano se instalaban en los valles de la cordillera con sus toldos y su ganado; entrado el otoño levantaban campamento y se situaban cerca de GLYN DU a la vera del Río Chubut, es aquí donde frecuento al HERMANO DEL DESIERTO que tantas destrezas me enseñó y en especial recuerdo a mi amigo hijo de una de las mujeres de Wisel. Al principio no lo reconocí pero al verlo correr a lo largo del alambre con insistencia gritando BARA BARA, me detuve cuando lo ubiqué. Era mi amigo de la infancia, mi HERMANO DEL DESIERTO, que tanto pan habíamos compartido. Este hecho llenó de angustia y pena mi corazón, me sentía inútil, sentía que no podía hacer nada para aliviar su hambre, su falta de libertad, su exilio, el destierro eterno luego de haber sido el dueño y señor de las extensiones patagónicas y estar reducidos en este pequeño predio. Para poder verlo y teniendo la esperanza sacarlo le pagué al guarda con el dinero que mi madre me prestó para comprarme un poncho, el guarda se quedó con el dinero y no me lo entregó, sí pude darle algunos alimentos que no solucionarían la cuestión. Tiempo más tarde regresé por él, con dinero suficiente dispuesto a sacarlo por cualquier precio, y llevarlo a casa, pero no me pudo esperar, murió de pena al poco tiempo de mi paso por Valcheta.”
Del libro "John Daniel Evans, El Molinero" de Clery A. Evans.