Filosofía
Andina: critica a la construcción discursiva
Por
Santos Diamantino[1]
Hoy en día se ha puesto en boga
el discutir lo propio y lo ajeno, lo que es y no es algo. Y uno de los temas
que está trayendo pelea al interior de algunos círculos de intelectuales
urbanos es la posibilidad de la existencia de una Filosofía Andina. Para ello,
se han dado diversos esfuerzos tanto de intelectuales que pretenden provocar a
la comunidad lectora, como de colectivos políticos que tocan temas como; la
integración de la diversidad, pensamientos en la cultura indígena, racionalidad
occidental y racionalidad andina, temas concernientes al buen vivir, proyectos
históricos de los andes y otros temas que concentran la atención de estos
círculos académicos.
No obstante, no se preguntan, qué
entienden por filosofía, si este concepto es aplicable a esta parte del mundo.
Más aún tampoco determinan qué es lo andino, ¿un círculo político, una parte
geográfica, si es así de dónde a dónde corresponde lo andino? Dicotomías que no
son claros en estos textos de Filosofía Andina. Además de mostrar una escisión
entre la teoría y lo considerado real en la percepción de la comunidad de seres
humanos; y como camuflaje simplemente se afirma “nadie tiene la verdad”.
Otro aspecto importante a
reflexionar es ¿Quiénes pueden hacer filosofía andina?, ya que muchos se
atribuyen potestades por sus vinculaciones políticas o por su orígenes
identitarios. Algunos simplemente prefieren hablar desde los textos. Estos son
algunos problemas que a simple vista están presentes y sin discutirse de manera
seria y argumentativa.
Algunas puntualizaciones,
considero que la filosofía es una actividad humana, que no le importa si es o
no de una cultura, ya que filosofar es más que un instrumento metodológico. Su
objetivo es resolver inquietudes humanas, el porqué de la existencia humana, el
lugar del ser humano en esta tierra. Curiosidades que en toda comunidad de
hombres se busca responder. Desde ese punto de vista hay la existencia de la
filosofía en todas las comunidades humanas de esta tierra, sólo con diferentes
matices, tal como se puede apreciar en la arquitectura, en el idioma, en las
artes y la vida social en general. Aunque hay quienes dicen que hacer filosofía
solo les compete a los griegos, a quienes se les atribuye la propiedad de la
palabra. Entonces, también habría que decir; que la poesía o la arquitectura
¿sólo es asunto de griegos, puesto que estas palabras tienen dicha raíz?
Si fuese este el razonamiento,
deduzco que no se va poder cimentar una filosofía andina, por creer que es
importante seguir los cánones del pensamiento occidental, para determinar que
algo es algo, negando de alguna manera la libertad de pensamiento. Idea que en
sí misma va en contra del carácter filosófico, por segregar, por tratar de
diferenciarse en supuestos naturales. Además de cimentar divisiones en la
sociedad, jerarquías sociales, atribuidos a características y normativas
específicas de una supuesta sociedad alta.
Imprescindible es identificar
elementos que ayuden a conocer el carácter de los pueblos, el estilo, su
estética, la diversidad de subjetividades para hablar de una filosofía “X”.
Solo así, es, cómo vamos a hallar y poder afirmar que efectivamente existe una
filosofía andina; ya que los filósofos nos hemos acostumbrado a querer
universalizar todo, sin reflexionar la diversidad de subjetivismos que existe
en este mundo, y queremos enunciar desde la simple observación lo que es
filosofía andina.
Para hacer filosofía andina es
fundamental conocer la realidad del que vive en los Andes. Una construcción
teórica que compruebe lo que se dice. Afirmar algo o negar algo de manera
simplista no es suficiente, ya que
eso, nos somete a más complicaciones. Una filosofía andina que diga quién
afirmó tal idea y porqué, dónde obtuvo esa idea, ya que no todas las culturas
son homogéneas. Se puede hacer una crítica desde los libros que escriben sobre
el ande, pero no es aconsejable,
porque la realidad humana va en evolución (cambio de condición social) todo el
tiempo, similar a la ciencia informática.
Es preciso tener claro, la idea
de que la racionalidad andina no opera
con la “lógica científica oficial”, sino, que trabaja con formas
simbólicas, y no de manera conceptual como el pensamiento occidental. De ahí su
pelea en los estratos políticos por la reinserción de lo simbólico en el
imaginario social de la educación. Para eso hay que entender su vida natural,
su espacio geográfico y social. No se puede determinar una filosofía andina
desde el centro de un área urbano, ya que no vislumbra lo considerado
culturalmente andino. Al mismo tiempo que es más complicado determinar qué
acciones pertenecen a la cultura de un pueblo y que no. Donde se puede argüir
con certeza que la globalización ha hibridado todo, logrando un mareo
conceptual, una pelea sin fin de lo propio y lo ajeno.
Desde la ciudad no se puede
entender el concepto de hombre (mundo occidental = centro, mundo andino =
elemento que integra a la tierra, por eso cuida la naturaleza, “aunque eso es
relativo para el accionar del mundo aymara”). El hombre para el andino no es un
ser aislado, sino, colectividad. No se pierde en paradigmas especulativos de la
razón, vive pragmáticamente, sin olvidar su relación con la naturaleza de forma
recíproca (ejemplo; el andino abona la tierra para mejorar sus formas
productivas, hacen descansar la tierra, etc.). En la filosofía andina hay
nociones que no se pueden pasar por alto, como la complementariedad, el cual
traduce la superación de la incomodidad de lo incompleto, por eso la dualidad
varón y mujer. La noción de que el andino no mata a ningún Dios, sino, la
considera hermano mayor. Si estos elementos que son mínimos no entendemos,
desde el ser del que vive en el campo, se habrá dicho y escrito mucho, pero se
habrá dicho poco.
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