EL SHOW UTÓPICO DE LA POLÍTICA BOLIVIANA.
Por Santos Diamantino.[1]
¿Lo que se expresa
en el imaginario de la política boliviana es tangible en la realidad? Tiempo de
cambio, proceso de cambio y otros mensajes son los que se emiten en el gobierno
actual (M.A.S.). Tiempo en el que se retoma
nociones como el de descolonización de la educación, a partir de ideas
marxistas, no marxistas, populistas, indigenistas, indigenismos con tintes
pachamamistas. Discusiones que ya fueron presentados en autores latinoamericanos
como Pablo Cassanovas en los años 60. En Bolivia en autores como Fausto Reinaga
en tanto discurso político y otros (que en este espacio no me es posible
mencionar a todos). Tiempo pasado en el que al indígena se lo percibía como
marginal en todos los procesos económicos, sociales y políticos. En el pasado
ser indígena significaba ser pobre porque la población indígena de Bolivia
estaba afectada proporcionalmente por la pobreza (tanto moderado como extremo).
Actualmente ser indígena tiene otras connotaciones ideológicas.
La viralidad de estas temáticas se
dan a partir de 1978 hasta 2006. Bajo una consigna, construir un nuevo Estado, una nueva forma de hacer y ser gobierno.
Más aún, cuando asume un presidente “indígena” la dirección de Bolivia. A
partir de ello, la figura del que vive en el campo ya no es de un indio
(pre-colonial, colonial, republicano), ni de un campesino (revolución del 52),
ni de un campestre (racismo citadino). Se introduce otros conceptos en el
léxico político; Indígena - Originario.
Es en ese sentido
que el periodo 2006-2016, logra un cambio sustancial en las discusiones y en
las consideraciones identitarias. En afines a un partido como es el M.A.S. que
ven en la figura de Evo Morales, muchos elementos que según ellos, han reeducado
algunas mentalidades del acervo político en decadencia como en emergencia. Por
un lado está la imagen simbólica de lo que es el pueblo oprimido. Por otro esta
la imagen de un ser que puede manipular un icono simbólico (originario) para
fines personales.
Esta imagen, de la
política dual se encuentra inmersa en la educación, en todos sus niveles
estructurales (más visible en sus instituciones de Educación Superior). Reflejándose
claramente en dos bandos; en personas que están de acuerdo con la participación histórica de Evo Morales en
el poder, y en personas que consideran
que Evo Morales, sólo es una imagen instrumental del poder.
La juventud que
participa en universidades en su primer bando, considera que la figura del
presidente Morales cambió la identidad de la Educación y del país, sintiéndose
parte de este proceso. No obstante, las simples observaciones etnográficas,
denotan que la necesidad biológica de existir, obliga al ser humano a ser parte
de una colectividad política. Razones fundamentadas en la necesidad de trabajar
para existir.
El segundo bando
político considera que no se direccionó
de forma holística al pueblo boliviano, sino, a una parte del pueblo boliviano.
Instrumentalizando de forma perniciosa la figura de lo indígena-originario.
Este elemento utilitario del M.A.S. ha permitido moldear a un buen número de
personas que viven en el campo. Haciéndoles creer que su ideología no responde a
una estructura occidental, sino lo contrario, a un sistema comunitario. No
obstante, este supuesto es pernicioso para la misma gente, porque acomoda y
encaja en el dibujo político del partido de gobierno. Sometiéndolas de forma inevitable
a la globalización, a la “modernidad boliviana”.
El objetivo del
gobierno actual es introducir en la mente del boliviano, una nueva visión de
educación, una visión de ciudadano boliviano, donde supuestamente “todos”
tienen su espacio. Fin, que según ellos, se “consolidó en la asamblea
constituyente”, donde se reconoce a todas las etnias del país, sus valores, su
filosofía, su convivencia, etc. La pregunta es ¿bastará con el reconocimiento?
¿Será suficiente que se grite en los discursos que ya son reconocidos y que
antes no lo fueron?
Muchos analistas
políticos, como no analistas consideran que hay
una ruptura entre lo que se dice y hace. Existe el cambio de liderato, o la
imagen de un supuesto indígena en el poder. Sin embargo, las estructuras, las
formas administrativas siguen siendo coloniales. El proyecto político
presentado está falto de crédito. Un buen porcentaje de la realidad boliviana,
ha perdido la confianza en este supuesto llamado “proceso de cambio”, ya la nueva generación formada en ámbitos
políticos como no, necesita creer sabiendo que es así, no lo contrario, porque fue
y es posible creer sin saber, pero no se puede
saber sin creer.
El simple hecho de
retomar el discurso político de la educación, se torna en un debate abierto. Se
concientiza a la academia, como a las personas que no participan de la misma,
que al indígena-originario no se lo usa como un recurso electorero, sino que se
lo toma como parte del proceso que Bolivia vive, “proceso de cambio”. En el
diálogo de los diversos espacios sociales, la nueva generación emergente afirma
que esto no es así, preguntándose, ¿Hasta qué punto, se toma la participación
de indígenas en el poder? ¿Cómo participa el indígena-originario del gobierno
llamado “indígena”? ¿Su participación es libre, es abierta a nuevas propuestas?
¿Se toma realmente las tradiciones culturales como paradigma político, o sólo
es un discurso, una instrumentalización de la cultura para mantener el poder de
un partido político?
El vicepresidente
en el discurso del 2016 afirmó que los
indígenas son constructores y partes de este proceso, un discurso que en sí
mismo, aglutina políticamente a toda Bolivia. No obstante, en la estructura
gubernamental muy pocos participan de sus ministerios. Además de incluir un
carnet a fin al partido, sin olvidar que muchos de sus ministros no son, ni
hablan una lengua indígena-originaria. Entonces lo que se dijo anteriormente es
real, es decir; hay ruptura entre lo que
se dice y hace en la política del M.A.S.
En el plano
educativo, se lanzó varios enunciados; se afirmó que la educación es
democrático, porque el mismo gobierno “tiene estas características”,
repitiendo, la democracia es el gobierno
de los pueblos y no del mercado. Se asevera que se pasó del genocidio a la
inclusión del indio, que se hizo un esfuerzo por recuperar los valores
culturales, que hay avances en la visibilidad del movimiento indígena
campesino. Efecto que se vio reflejado en la constitución de un Estado Unitario
Social de Derecho Plurinacional Comunitario. Frente a ello, existe un colectivo
de personas jóvenes amantes del escepticismo, que dudan ontológicamente de lo
que se afirma en el discurso político.
Según los
gobernantes esta idea inclusiva del Estado, afectó a todos los oponentes
políticos, claramente se puede extraer de los discurso emitidos del 2013: cuando
el canciller Choquehuanca decía; “El ser gobernados por indios es un trauma
para los que comulgan con las posturas de los blancos”, “no estamos planteando volver a 1492,
estamos planteando volver a nuestros caminos, donde las decisiones se toman
mediante el consenso”. Idea que en la realidad externa no es así (véase los
nuevos nombramientos en cargos públicos). Evo Morales en 2006 decía; “he venido luego de 500 años, para acabar con
esa desigualdad, para acabar sobre todo con la discriminación, opresión donde
hemos sido sometidos, como aymaras, quechuas, guaraníes. La pregunta es,
¿será así? Es claro que el gobierno tiene una cosmovisión paternalista de la
política boliviana, además de utópica.
La relación Estado
y Sociedad es dicotómica en Bolivia, los discursos han demostrado que son un
elemento de rutina y de pintura discursiva que debe hacer obligatoriamente referencia
a la universalidad de la calidad de vida en Bolivia, a la mal utilización de la
descolonización. El “proceso de cambio” es el cambio del proceso, es decir; se
cambió actores y algunos elementos ideológicos (por eso se habla de
interculturalidad, intraculturalidad, educación comunitaria, descolonización),
pero en la práctica, las formas gubernamentales siguen siendo las mismas. Por
eso el vivir bien es una creación utópica, convirtiéndose en el sólo discurso y la buena intención. Muchos
entes reales como ideales en Bolivia se han nutrido de buenas intenciones y de
ideales utopistas.
No cabe duda que la
política boliviana en sus presupuestos mantiene nociones del mundo occidental.
Históricamente se debatía sobre la ley
natural, “el pez grande se come al pez chico, ejemplo, el mercado (igual a
desarrollo), conflicto en el que lo más fuertes sobreviven, o se salvan de ser
enjuiciados. En la política boliviana no hay el enunciado, todo para el Estado, por el Estado y en el Estado,
proscribiendo cualquier manifestación
independiente de la personalidad. Lo que confina al basurero, todo
el imaginario social de la realidad boliviana. Por eso las impresiones son sólo
subjetivas. Desde la reflexión filosófica, somos nacidos en un Estado libre,
pero miembro de un gobierno soberano que puede hacer lo que quiera. Y la
mayoría (sobre todo masista) cree en utopías, porque la realidad les parece
increíble. Sus votos paradójicamente son como conciencias ausentes. Por eso es
importante reflexionar y luchar contra este sistema perverso, lo cual desde su
asunción al poder, llevó a pensar que era la única opción.
[1] Santos Diamantino es Filosofo, Antropologo y Músico cantautor, como solista
tiene dos discos. En la actualidad es fundador y director del Coro Paidea,
grabando dos discos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario