lunes, 1 de junio de 2015

PERSPECTIVAS ANTROPOLÓGICAS DEL DESARROLLO



Por Santos Diamantino[1]
El siglo XX-XXI se ha caracterizado por una serie de problemas, disputas internas como externas relacionadas al desarrollo del país, gobiernos civiles y militares optaron por modelos europeos teniendo la certeza de que eso es bueno y lo mejor para el país; y me ponía a pensar, Nietzsche decía en la Genealogía de la Moral, “hasta ahora no se ha educado ni vacilado lo más mínimo en considerar que el bueno es superior en valor a el malvado, en el sentido de ser favorable, útil, provechoso para el hombre como tal…” Si es útil es bueno, el razonamiento tácito puede traer problemas, por eso es importante cuestionar en todo momento lo que se considera bueno. ¡Qué ocurriría si la verdad fuese todo lo contrario! Uso la pregunta de Nietzsche ¿Qué ocurriría si en el bueno hubiese un síntoma de retroceso, y asimismo un peligro, una seducción, un veneno, un narcótico, y que por causa de esto el presente viviese tal vez a costa del futuro?

En ese sentido el desarrollo es hoy el emblema de un mito en agonía y un lema político para vender productos tóxicos. Las publicidades han hecho añicos nuestra vida, nos hacen creer cada cosa, sobre todo al nuevo citadino, es decir, al que ha emigrado del campo a la ciudad. El ver y escuchar una y otra vez lo que la Televisión o la radio te emite, te hace pensar que determinado producto es realmente bueno, por lo tanto hay que comprar. ¡Compre señores, sino, no es del siglo XXI! ¡Entre a la moda! ¡Sea como yo, vaya a LAIN! ¡Cómo no vas a tener whatshap! Y pregunto, ¿todo eso que hoy se conoce como desarrollado es bueno? ¿La tecnología sinónimo de desarrollo es bueno?

Hace poco estuve en los yungas y me decían, “antes no podíamos comunicarnos, ahora hablamos y pedimos temitas a la radio Yungas desde el cocal.” Unos amigos me decían “nos estamos mensajeando hermano” pero hablemos ahora, ¡no! es que estoy apurado, es mejor por mensaje. Entonces pregunto, si es buena o mala la tecnología, o ser desarrollado, ya que tener un buen celular quiere decir que me va bien (progreso). La gente hoy en día ya no habla, se mensajea, y para ello necesita de un objeto llamado celular. Pregunto ¿el desarrollo tecnológico es crecimiento o retroceso?

 Este tiempo está pasando por un periodo crítico de comunicación directa, y los primeros en contribuir a esto son los medios de comunicación que no han sabido educar a sus tele-audientes. Los medios de comunicación solo han enseñado a comprar y listo. No a cuestionar, ni a inquirir los efectos de X producto, solo se ha centrado en la utilidad de la rapidez social y la utilidad económica. Que paradójico es cuando sale en las propagandas “te siento como si estuvieras aquí.” Cuando físicamente el emisor está muy lejos. Ante esa mamada publicitaria, muchos han entrado en la lógica de mercado, además de una lógica idealizada (te siento pero no puedo tocarte).
Mucha gente sobre todo en el campo, no se da cuenta de que nos estamos perdiendo ante lo que llamamos progreso, desarrollo, crecimiento. A los que tienen sus empresas no le importa el ser humano sino vender, no importa a costa de quien la consuma, o de quien viva en determinado lugar. El punto es desarrollar y ser desarrollado, y la mayor parte de la gente dice actualmente lo contrario de lo que quiere expresar.
Por eso es que afirmo que el desarrollo ocupa hoy en día la posición central de una constelación semántica increíblemente poderosa. Nada hay en la mentalidad moderna que pueda comparársele como fuerza conductora del pensamiento y del comportamiento. Al mismo tiempo, muy pocas palabras son tan tenues, frágiles e incapaces de dar sustancia y significado al pensamiento y la acción como ésta.

El diseño político impuesto en el siglo XIX, un proyecto social del desarrollo, extrae de la sociedad y la cultura una esfera autónoma, la económica. Es un proyecto político de dominación colonial, es así que afirma G. Esteva; “la economía trata de subordinar a su dominio y subsumir en su lógica cualquier otra forma de interacción social en cualquier sociedad que invade.”[2] La historia económica es una historia de conquista y dominación, es una historia de violencia y destrucción que a menudo adopta carácter genocida, no reconoce límites en su aplicación.

La economía considera que toda sociedad no puede estar al margen del problema económico. La lógica económica llega a los seres humanos a partir de las ambiciones que interesan al ser humano. Ven en la escasez la piedra angular de su construcción teórica (verdad evidente). Esta construcción teórica indica que “los deseos del hombre son grandes, por no decir infinitos, mientras que sus medios son limitados aunque mejorables.”[3] Y la solución a estos deseos, o los medios para calmar estos deseos son los mercados, lo cual es una invención de la economía.

Junto a ello percibo algunos problemas secundarios. A fines de la segunda guerra mundial, Estados Unidos se convierte en una maquina productiva formidable e incesante, sin precedente en la historia. Hecho que va más allá de las simples limitaciones demográficas. En ella los norteamericanos querían algo más. Necesitaban hacer enteramente explícita su nueva posición en el mundo, querían consolidar su hegemonía y hacerla permanente. La transferencia de la metáfora biológica a la esfera social ocurrió en la última parte del siglo XVIII. Justus Moser, un conservador que fundó la historia social, empleó desde 1708 la palabra Entwicklung para aludir al proceso gradual de cambio social. Cuando se refirió a la transformación de algunas situaciones políticas, la describió casi como si fueran procesos naturales. Según el desarrollo histórico era la continuación del desarrollo natural, y ambos no eran sino variantes del desarrollo homogéneo del cosmos, creado por Dios.

Cuando la metáfora regresó al terreno vernáculo, adquirió un virulento poder colonizador, pronto aprovechado por los políticos. Convirtió la historia en programa: un destino necesario e inevitable. El modo industrial de producción, que no era sino una forma, entre muchas, de la vida social, se convirtió en la definición del estadio terminal del camino unilineal de la evolución social.

Frente a ello lo que nos queda es rechazar tanto la terminología como las construcciones del desarrollo en todas sus formas, por considerarlos inherentemente destructivos de los procesos humanos a través de los cuales la gente común se empeña en recrear comunidad como una expresión creativa de su cultura y aspiraciones. Gustavo argumenta que aún las prescripciones del desarrollo “alternativo” conducen inexorablemente a privar a la gente del control de sus propias vidas y desplazan el control a los burócratas, los tecnócratas y los educadores. En vez de suponer que el progreso humano encaja en un molde predeterminado que conduce a la creciente homogeneización de culturas y estilos de vida, prefiere un “pluralismo radical” que honra y nutre la diversidad cultural distintiva y habilita muchos caminos para la realización de aspiraciones autodefinidas.

Por eso es que el desarrollo genera interés porque no alude a una sola dimensión, sino que integra muchas dimensiones de la sociedad, como por ejemplo, la economía, la cultura, la historia, etc. Afecta a todos y a cada una de las dimensiones que hace al ser humano. Es muy complicado querer escapar del desarrollo. Peor aún si uno radica en la ciudad, ya que es ahí donde se genera y se materializa ideas desarrollistas, porque el fin es estar a la par de las grandes ciudades que son los primeros fanáticos de las gratitudes de la tecnología. Las ciudades, las capitales, las sedes de gobierno son las que creen que es bueno tener estas comodidades tecnológicas, para dar a entender al mundo mediante esta imagen, que estamos mejor o igual que los países desarrollados.

Nos habían enseñado que los seres humanos nos agrupamos, establecemos vínculos de relación recíproca, y nos constituimos sobre un territorio, del cual participamos interactuando para el desarrollo de nuestros intereses comunes, y la consecución de nuestros fines. Pero, consideramos que apenas llegamos a agruparnos, establecemos vínculos utilitariamente (si me sirve lo tomo). De esa manera nos hemos construido sobre un territorio, del cual pocas veces tenemos la palabra para participar, interactuar y mostrar nuestros intereses y lograr un objetivo de conjunto. En las decisiones lo común no existe, lo que existe en la mente de los que deciden son hombres comunes, por tanto no pueden decidir.

La época en que vivimos es sin duda un tiempo problemático y fascinante, por el hecho de estar viviendo tiempos inestables y transitorios a nivel político, y esto nos enseña a repensar algunas cosas, como por ejemplo; si las facilidades que te ofrece el mundo post-moderno es realmente útil, ya que la misma establece que bueno es aquello que promueve felicidad. Y las acciones se valoran no por lo que son en sí mismas sino por las consecuencias que producen. Consecuencias que se asimilan como placer, felicidad y utilidad. Hay el deseo de satisfacer momentáneamente algunos placeres, no es un deseo que mide las acciones a largo plazo, ni un deseo que prevea el futuro. Lo mejor siempre es visto desde la utilidad inmediata. Y los principios se han establecido desde ahí, la importancia de una noción, de una dimensión social radica, únicamente en los efectos directos que consideramos pueda tener en la conducta humana. Desde ahí se ha visto la teoría de la ventaja, ligado a las reflexiones del desarrollo. Implícitamente hay un acuerdo con la realidad, la verdad consiste en lo que es ventajoso, la verdad reside en la consecución de una relación satisfactoria con la realidad. Entonces es a partir de esto que humanamente salen propuestas con rostros benéficos, como los proyectos políticos que se han venido dando durante el siglo XIX, planes estratégicos que han permitido la construcción de nuevos paradigmas sociales. Modelos que ha partido específicamente de la lógica económica de mercado, y su función va ser subordinar a su dominio cualquier otra forma de interacción social. Los deseos del cual estábamos hablando se van a subordinar a este paradigma. Por eso se la conoce como un proyecto de conquista y dominación bien hecha. 
Lo pernicioso es que muchos de nosotros vemos a estos paradigmas como lo mejor, porque te da comodidades, entonces es algo a que aspirar. Los espacios creados por estos paradigmas son mercantilistas y en sus cimientos de estrategia de mercado está la idea de escasez, y a partir de ello nos subsumen. La idea de escasez que connota falta, rareza, restricción, deseo, insuficiencia, incluso frugalidad, dan a entender que somos deseadores, porque carecemos de algo y necesitamos llenar ese algo; son síntomas que se dan y se darán en todas partes del mundo y en todo tiempo. Estas señales han logrado mostrar la debilidad del ser humano, la impotencia de no poder colmar todos sus deseos, ya que “los deseos del hombre son grandes, por no decir infinitos, mientras que sus medios son limitados aunque mejorables.”[4]

Los deseos del hombre son los que han ideado la lógica de mercado, como un espacio importante para la saciedad de necesidades. Un proyecto político netamente económico, misma que considera que toda sociedad no puede estar al margen del problema económico. Por eso idea una forma de llegar a los seres humanos, a partir de las ambiciones que interesen al ser humano, y ven en la escasez un arma importante. El partir de un deseo siempre tiene buenos resultados, porque llena un vacío, y quién en la actualidad no quiere llenar un vacío. Por eso se consolida y adquiere dominio en las esferas de la política y de la ética.

La ambición por transformar el mundo, el perseguir y el pretender manejar los pasos del mundo de acorde al deseo de la economía y de la lógica de mercado, es una realidad que no se la puede ocultar, ni se la puede evitar. Y mucho menos, con el poder que tienen los medios de comunicación, ya que estos tienen la virtud de mostrarnos realidades que son totalmente ajenas a nosotros. Lo peor es que nos muestran como algo bueno, productivo y útil. Desmereciendo de alguna manera lo que tenemos. De ahí que el anhelo de la gente es; queremos desarrollar, queremos ciudades como las que vemos en la televisión, queremos vestir como los actores de televisión, en otras palabras queremos ser como se muestran esas sociedades industrializadas.

Lo interesante de este proceso es que no se la va entender bien. No todo lo bueno es bueno, ni todo lo malo es malo, decía Walter Blumenfeld en su obra sentido y sin sentido; No es absurdo todo lo que no se entiende, ni todo lo comprensible está lleno de sentido. No todo sentido es inteligente, ni todo sin sentido es estúpido.”[5] Los seres humanos usamos muchas veces conceptos sin lograr entenderlas bien, y lo interesante de esto es que no vemos los peligros que estos pueden traernos. Más interesante aún se pone, cuando nosotros le damos un alto valor a conceptos que podrían ser nocivos para nosotros, y el concepto de desarrollo es uno de ellos, Gustavo Esteva decía; “al decir desarrollo, la mayor parte de la gente dice actualmente lo contrario de lo que quiere expresar.”[6] O sea, las intenciones no van ligadas a los significados, o los significados no van ligados a las intenciones.

Consideramos fundamental interpelarnos a sí mismos, más si se trata de temas como el desarrollo, ya que es un concepto sobrecargado, que según Esteva está condenada a la extinción, y lo peor es que de ella están saliendo pestilencias, es decir; está teniendo efectos que nos destruirán, por eso es importante explicarla y reflexionarla. No todo proyecto que viene de afuera como bueno es bueno. Los proyectos de desarrollo implican la capacidad de escapar de una condición vaga, indefinible e indigna llamada subdesarrollo. Decía Gilbert Rist, “el principal defecto de la mayor parte de las seudo-definiciones de “desarrollo” es que se basan en la manera en que una persona (o grupo de personas) describe las condiciones ideales de la existencia social… Pero si la palabra desarrollo solo es útil para referirse al conjunto de las mejores aspiraciones humanas, podemos concluir de inmediato que ¡no existe en parte alguna y probablemente nunca existirá!”[7]


Lo genial es que a medida que estas definiciones se volvieron más contradictorias, sus connotaciones adquirieron mayor fuerza, porque significaba mejoría, avance, progreso; significa algo vagamente positivo. Por eso es tan difícil oponerse al desarrollo, porque la gente cree que significa avanzar hacia una meta que otros han alcanzado. Pero no se dan cuenta que desarrollo significa sacrificar entornos, solidaridades, interpretaciones y costumbres tradicionales. El panfleto dice, es bueno el desarrollo porque promete enriquecimiento, modernización de la pobreza. Para eso hay que confiar en los expertos, quienes nos llevarán al desarrollo. Entonces lo nuestro ya no es propio, se ven como nuestros, los anhelos de otros.


Bibliografía.

  1. Blumenfeld Walter (1949), Sentido y sin sentido, Editorial Losada, Buenos Aires, 1949, 15
  2. Esteva Gustavo, 1997, Desarrollo, en: Sachs W., editor, Diccionario del desarrollo, Cochabamba, 2º edición.
  3. Gustavo Esteva (2009), Más allá del desarrollo: la buena vida, AA.VV. La agonía de un mito ¿Cómo reformular el desarrollo?, Colección cuadernos de trabajo sobre el desarrollo, editorial atrapasueños, editorial Sodepaz, Madrid.
  4. Nietzsche Federico (2013) Genealogía de la Moral, Grupo editorial, 4ta Edición, México. 
  5. William James (1980), El significado de la verdad, Aguilar, Buenos Aires.




[1] Lic. Filosofía, Lic. en Antropología y músico- cantautor.
[2] Wolfgang Sachs, editor, Diccionario del desarrollo; Gustavo Esteva, Desarrollo, Pág. 67.
[3] Ibíd. 68.
[4] Gustavo Esteva, “Desarrollo”, Wolfgang Sachs, editor, Diccionario del desarrollo, año 1997, segunda edición, pág. 68.
[5] Walter Blumenfeld, Sentido y sin sentido, Pág. 15.
[6] Wolfgang Sachs, editor, Diccionario del desarrollo; Gustavo Esteva, Desarrollo, Pág. 52.
[7] Gustavo Esteva, Más allá del desarrollo: la buena vida, pág. 11

No hay comentarios:

Publicar un comentario