Por Santos Diamantino[1]
Para mí el conocimiento es una fotografía de un
momento de la realidad individual, con el tiempo está se ve fortalecida por el
aprendizaje que uno va adquiriendo y fortaleciendo según su vivencia. El
momento refleja que tenemos problemas en todo nivel, a consecuencia de la
emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia COVID-19. Una de las áreas más
afectadas en la sociedad es la educación, lo que motiva a preguntarse ¿cuál es
la fotografía mental que mejor refleja la situación del país en el tema
educativo en este momento?
Lo primero que sale a la luz son las grandes
desigualdades, no solo sociales y económicas sino de conectividad, de equipos
de trabajo, educación, de bagaje cultural que uno pueda poseer. Frente a ello,
uno se pregunta ¿estábamos preparados para esta situación? Es mas ¿los
bolivianos estamos preparados para trabajar en modo virtual como requiere el
momento? ¿Los bolivianos podemos vivir sin contacto humano?
Poniendo en escala de valores a las Tecnologías
de la Información y Comunicación TICs o a esta “nueva” forma de interactuar, siempre
fue un accesorio complementario en la educación presencial, se la tomó como
algo más que había que saber, como un “por si acaso más aprenderé”. La emergencia
sanitaria ocasionada por la pandemia introdujo la virtualidad como una
necesidad socio-cultural, y además, la población está obligado adaptarse a estos
cambios culturales por distintos motivos que la situación amerita. Por ejemplo,
los espacios de la casa se han convertido en salas educativas, el aislamiento obligó
a trasladar la relación profesor-estudiante a través de una pantalla. También
puede verse profesores intentando llevar calma a los estudiantes por este
cambio de espacios. La frase que enmarca el recuadro de esta fotografía es “Todos
estamos aprendiendo”. Algunos dirán, “a unos les cuesta más que a otros por eso
tardo más”.
Es un hecho que el trabajo recae sobre el
profesor porque tiene que ver formas de cómo llegar al estudiante a través de
las TICs. No se puede negar que hay muchos recursos en la red, la pregunta es
¿Cuántos saben manejar estos recursos técnicos? Por eso lo de cambios
culturales, hay que tomar en cuenta que los profesores han pasado de la
modalidad presencial a la modalidad online. Claro, el reto será que el profesor
tiene a largo plazo es humanizar el aula virtual para que cuando se vuelva a la
modalidad presencial se sepa qué se hizo, qué hubo detrás de una pantalla, qué
no percibe el estudiante que hay detrás de estas TICs.
Gracias a este cambio cultural hoy en día se
reconoce la importancia del vínculo docente y estudiante en el aula, lo que
parecía ser rutinario y aburrido es lo que ahora se valora. El punto es, que
esto no debe quedarse en la maximización de un valor, sino debe cuestionarse el
cómo hemos venido haciendo las cosas para cambiar los males de la educación en
Bolivia.
Con el desarrollo de las Tecnologías de la
Información y Comunicación TICs, se han acortado por ejemplo tiempo y
distancia, se ha generado una nueva cultura en la educación, organizando espacios
flexibles e interactivos los cuales superen obstáculos de espacio y tiempo. En
ese sentido el estudiante se convierte en el responsable de gestionar su
proceso formativo y marcar su ritmo de aprendizaje, el éxito depende de él
mismo, por eso el título “cultura emergente”.
El profesor y el estudiante se convierten en
protagonistas. Ahora, para que esto funcione debe haber cuatro componentes que
creo son fundamentales: flexibilidad,
cooperación, personalización e interactividad entre ellos. Esto viabilizará
el método de enseñanza en la educación virtual que es la autoformación, es
flexible, interactivo e independiente. El estudiante se convierte en el centro
del proceso.
En Bolivia es importante la educación virtual
porque forma al estudiante en la responsabilidad consigo mismo, esto porque se
debe desenvolver de forma autónoma, estudiar a su propio ritmo, de acuerdo con
el ambiente en que se desenvuelve. El profesor se convierte en un facilitador
de ambientes de aprendizaje. La educación virtual facilita a los estudiantes el
acceso a programas académicos, al mismo tiempo centra su atención en el
aprendizaje colaborativo y los trabajos, debates, asesorías que se realizan
mediante estas plataformas virtuales.
Ahora, el tema es cómo se está encarando en las unidades
educativas de Bolivia el uso de herramientas virtuales de parte de nuestros
profesores, cómo están revisando y llevando a cabo sus programas de avance
tomando en cuenta las capacidades de cada estudiante, cómo se está haciendo el
seguimiento del proceso de formación, que instrumentos concretos usa y evalúa
para su desarrollo, cómo participan padres de familia en este proceso de
aprendizaje. Cuestiones que aún no se han diagnosticado y merecen análisis y
soluciones de parte de los encargados de la educación en Bolivia.
No es conveniente quedarnos en la disconformidad
de que no existen las herramientas, porque es una obligación personal como de
todo el país entrar en una educación virtual. Debemos tomar en cuenta que este
siglo compromete al país a una transformación productiva que llegue a todos los
rincones de Bolivia para dejar de hablar de desigualdad. Para ello es necesario
desarrollar modelos pedagógicos basados en estas TICs y para que surja hay un
reto que es muy complejo trabajar como país, “convencernos de que podemos como
académicos, docentes, estudiantes, pueblos indígenas, etc.” es necesario el
cambio de pensamiento, desde el que dirige hasta el último estudiante o padre
de familia.
La educación virtual como nueva cultura
emergente que piensa a través de una pantalla, se autoforma, es autodidacta, existe
más esfuerzo del estudiante por entender y aprender una idea, lo que no
justifica el desmerecimiento de la educación virtual por algunos sectores que
aún se resisten en aplicarlas. Por eso la educación virtual no tiene nada que
envidiar a la educación presencial, porque la responsabilidad recae en el
estudiante.
Con todo ello el problema se centra en los
centros educativos quienes deben dar a conocer su Plan, sus estrategias que van
usar para llegar a todo su plantel estudiantil, ya que son los responsables de
formar a futuros profesionales de la nación. Una institución educativa no debe
terminar en sus cuatro paredes y en el timbre de recreo o salida, debe analizar
la situación del estudiante, si tienen los recursos necesarios para responder a
esta situación, y si no lo tienen ver las formas de llegar al estudiante con
soluciones, se debe ir contra el conformismo que tanto daño a hecho a este
país.
El conformismo influencia en el ser humano modificando su forma de pensar, más aun cuando el mismo se adapta a un grupo que no quiere crecer, sino conformarse con poco. Creo es tiempo de pasar a las propuestas y de cambiar de mentalidad para mejorar la educación de cada uno, sobre todo en el área rural, ya que es donde más se presentan problemas como ser de calendario académico, acceso a internet, no tener dispositivos que permitan navegar, problemas que muestran la brecha digital entre el área rural y el área urbana. Pero es un tema que requiere de soluciones inmediatas de un padre del saber, y para ello el más cualificado es el profesor quien debe ver los mecanismos de solución.
Finalmente, el problema de la brecha digital es un tema que necesita de propuestas, es un tema serio que requiere de soluciones reales que ayuden a caminar, no que solucionen un momento (hago referencia a los bonos). Importante es enseñar a caminar al estudiante que darle todo fácil o hecho. Esta cultura que está surgiendo tiene un “chip” que se adelanta a los tiempos venideros, es rápido e inteligente, requiere de más preparación y competitividad, no está en sus planes el conformismo, sino la autoformación. Por eso es importante generar propuestas que abran la mente, propuestas que nos hagan aprender a preguntar que quedarnos con respuestas “sabias”
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