Santos
Diamantino[1]
Bolivia siempre estuvo envuelta
en ideologías coyunturales, por eso la relación Estado y sociedad a lo largo de
su historia es conflictiva. Movimientos, agrupaciones sociales y culturales en
cierto periodo de la historia presentaron modelos de desarrollo y de
organización política, convirtiéndose la misma en una alternativa o en un
modelo a seguir, misma que tiene la intención de hacer pensar y creer que vas a
“vivir mejor” si la aceptas. El discurso de estos paradigmas es; “usted estará
mejor, usted vivirá mejor, usted tendrá mejores posibilidades de ingreso y de
vida con nosotros”, “nosotros somos la mejor opción para usted por eso vote por
nosotros”. Pero ya lo advirtió Bertrand Russell en 1959, “no podría haber una razón
práctica para creer en lo que no es verdad. Algo es verdad o no lo es; si es
verdad, debes creerlo y si no, no debes creerlo, y si no sabes si es verdad o
no, deberías posponer tu opinión. Me parece fundamentalmente deshonesto y
dañino para la integridad intelectual, creer en algo sólo porque te beneficia y
no porque pienses que es verdad.”
El objetivo de estas ideologías
coyunturales es hacer creer que están diciendo la verdad, por eso se consideran
la mejor alternativa, toman al ser humano como el asidero de ofertas y demandas,
implícitamente el ser humano se convierte en cosa, llegando a ser un medio para
alcanzar un fin ideológico. I. Kant decía que los seres humanos merecen un
trato especial y digno que posibilite su desarrollo como personas. El “hombre es un fin en sí mismo, no un medio
para uso de otros” individuos. Las ideologías coyunturales utilizan al ser
humano como un medio, no ven el valor absoluto de su existencia, en ese sentido
las propuestas que se manifiestan en el imaginario político, no consideran el
respeto moral por la sociedad, menos la dignidad humana porque tienden a
cosificar al ser humano.
Lo paradójico de estas ideologías
coyunturales es que suponen tener conocimiento sobre lo que es bueno para un
país y es más aseguran de que la misma funcionará. Sin embargo, pensar en cómo
conducir un automóvil no implica en absoluto saber conducir. Lo pensado sólo se
queda en la mente y no en el hecho. Y lo más cercano al efecto que causan
dichas propuestas es la decepción del pueblo, porque se apoyan propuestas que a
veces cae en el narcisismo del líder. Las amistades de este tipo siempre pretenden
sacar algo de estas relaciones. Por eso no dudan en manipular a sus amigos para
alcanzar sus metas.
Muchas de estas alternativas que
han logrado consolidarse han pospuesto transformaciones reales, generaron violencia
social y confrontación política, porque en ese ambiente está presente el
narcisismo político de algunos líderes. El punto es qué tanto uno les cree. Lo
fundamental de este momento es poner en tela de juicio lo que tratan de
hacernos creer y pensar estos modelos políticos. No es recomendable hacerlo
pasar por verdad, hay que poner en debate toda propuesta, ya que no existe un
pilar que no tenga agujeros ni puntos flojos. El precio de no cuestionar una
propuesta política, de dar por válido, termina siendo una ficción. Bolivia
necesita de personas que cuestionen, no un país que sea contada por otros donde
haya un adormecimiento de la mente.
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