Usar sin restituir
Santos
Diamantino[1]
Julio 2013
El siglo XXI nos
presenta un problema ineludible, un problema que fue causado por la misma
racionalidad humana. Nuestras ansías de estar mejor no tuvo, ni tiene límite.
No podemos medir los problemas que se darán a largo plazo en pueblos como en
ciudades, y ese problema es el tema ambiental. Es por eso que muchos
especialistas en políticas ambientales creen que es conveniente hablar del derecho de la naturaleza, trabajo que
es propio de la justicia ambiental.
Según el objetivo de estas políticas, es fundamental regular el comportamiento
humano, para parar la depredación de la naturaleza. No obstante, el sistema
político en el cual se ve inmerso nuestro país, no toma en cuenta estos
aspectos, no ve con buenos ojos a los planteamientos de política ambiental. El
objetivo de ese tipo de racionalidad es seguir fomentando al espíritu
depredador, por eso se justifica y se tolera los daños ambientales que se dan
en los pueblos alejados de la ciudad.
La lógica
postmoderna es usar sin restituir, es
decir; el remedio ambiental se enfoca en restituir
a la persona o comunidad aquello que usaba del ecosistema y de ninguna manera
en recuperar el sistema natural en sí mismo. El siglo XXI aún muestra
rastros del mercantilismo, un razonamiento que no piensa en el medio ambiente
sino en cómo seguir produciendo, sin pensar en lo contaminante que pueden ser
los efectos industriales. Hay cierta egolatría consumista, es decir; La
naturaleza y las especies vivientes son objetos con dueños o simples recursos
naturales. La naturaleza es reconocida en tanto su utilidad (ganancia y
consumo). Con todo esto ¿Quién libera a la naturaleza de tan natural
esclavitud?
Para liberar a la
Naturaleza de esta condición de sujeto/objeto sin derechos o de simple objeto
de propiedad, es necesario hacer un esfuerzo político que reconozca que la
naturaleza es sujeto de derechos. El modelo occidental de desarrollo resulta
imposible repetir, y además será insostenible en poco tiempo en los mismos
países industrializados. Este modo de pensar no es intergeneracional ni
internacionalmente viable. La noción de desarrollo de estas políticas, no
apuntan a un buen desarrollo sino a un mal desarrollo, dirigiendo a otros a la
misma catástrofe.
No es razonable
seguir este tipo de mentalidad, la naturaleza no es un ente dominable, ya que
pronto seremos presa de la misma dominación. Los territorios no son canasta de
recursos. No puede ser acumulación igual a destrucción de la naturaleza.
Nosotros como seres humanos debemos reconceptualizar, la noción de naturaleza.
Hay que impulsar nuevas respuesta a las nuevas necesidades que tenemos como
humanos. Respuestas que contengan el compromiso con la vida del futuro. Para
eso hay que coordinar los procesos productivos con los límites y demandas
ambientales, exigiendo respuestas locales, pensadas e interrelacionadas
globalmente. Por eso el ser humano no
puede vivir al margen de la naturaleza, porque es parte de ella.
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