A la concepción integral de lo que se viene en llamar realidad, que es sinónimo de complejidad, concibe el acontecimiento existencial, como devenir vida. En ese sentido se trata de una concepción parecida o similar a la de Gilbert Simondon, para quién la vida es un devenir desde las condiciones iniciales y de posibilidad de la energía y la materia, hasta las formas de individuación integral de la vida. Se trata de un vitalismo o un nuevo vitalismo, que concibe la vida desde las dimensiones cuánticas hasta las dimensiones macromolares, es decir, cósmicas.
Desde esa perspectiva, que es la perspectiva de la complejidad, también la perspectiva de las dinámicas integrales de la realidad, hay que analizar la singularidad desde la concepción integral de acontecimiento. En consecuencia, lo que se viene llamar sociedad humana tiene que ser también analizada desde la perspectiva de la complejidad integral y de sus dinámicas complementarias. En ese sentido se concibe un más allá de la sociología, pero también de la antropología, así como también de la historia, tal como ha sido narrada. Se trata de comprender los hechos sociales humanos, a partir de la complejidad ecológica, no sólo de la complejidad social. Comprendido también que encontramos sociedades orgánicas en el proliferante planeta, habitado por ecosistemas.
Por eso también podemos decir que, desde esta perspectiva, el anális político queda en un reducto, que no explica su propia existencia, la de la política y sus manifestaciones, además de sus crisis estructurales. Que desde otro punto de vista, el genealógico, es crisis del poder de los ciclos del poder, de los diagramas del poder y de las cartografías políticas.
Consideramos los paradigmas de la modernidad usados para el análisis político, para el análisis económico y para el análisis social, incluso para el análisis de estos tres planos de intensidad, concebidos en su articulación, como paradigmas reductivos, a una mirada lineal de la historia y una mirada altamente reductiva de la realidad, incluso de la realidad social. Estos paradigmas han quedado, no solamente anacrónicos, sino obsoletos ante los desafíos que emergen, de manera abierta y descarnada, en plena crisis múltiple del sistema mundo capitalista.
En adelante vamos a hacer una evaluación crítica, desde la perspectiva de la complejidad y de sus dinámicas integrales, de lo que llamaremos las dos décadas de gestiones de la forma de gubernamentalidad clientelar. Uno de estos lugares de la forma de gubernamentalidad clientelar, que ha sido llamado por los medios de comunicación y los “analistas “como “gobiernos progresistas” es Bolivia. Hablamos de la historia política reciente de Bolivia, desde el 2005 al 2025.
Las hipótesis que emplearemos desde la perspectiva de la complejidad son las siguientes:
- La forma de gubernamentalidad clientelar es una de las formas de la gubernamentalidad dadas en la modernidad, particularmente en la inmensa periferia del sistema mundo capitalista.
- Todas formas de gubernamentalidad forman parte de las disposiciones y dispositivos de poder, estructurados e institucionalizados por las dominaciones implantadas, durante la era de la modernidad.
- Durante la modernidad, vale decir lo que viene desde el siglo XVI hasta el siglo XXI, no se ha dado una forma de gubernamentalidad que se pueda considerar de liberación de las formas de dominación. Se trata, más bien, de formas del círculo vicioso del poder, que se ha desplazado, desplegado, transformado y metamorfoseado en distintas formas de dominación.
- Hay que distinguir la forma de gubernamentalidad de lo que se viene en llamar autogobierno, desde el inicio de las resistencias mismas al capitalismo, dadas en su forma, en principio, de huelgas y paros salvajes de los obreros, que intentaban detener el desenvolvimiento implacable del modo de producción capitalista.
- El autogobierno está íntimamente ligado a la autogestión, a la asamblea y a la participación social, es decir, a la democracia directa.
- La forma de gubernamentalidad clientelar se caracteriza por la sustitución del entusiasmo inicial, a lo que se considera que fue la revolución, que corresponde a los levantamientos sociales y a las insurrecciones populares, por lo que se denomina las relaciones clientelares. Se trata de la relación de complicidad entre el gobernante populista, los representantes populistas, el partido populista y la muchedumbre de clientelas, que se generan mediante procedimientos de corrosión institucional y de corrupción galopante.
- Se trata de una forma de gubernamentalidad que se basa en la economía política del chantaje. Es decir, en el empleo de la coerción y de la incorporación de la clientela, a formas de reparto anómalas de la distribución del excedente, que, en gran parte, se apropia de lo que se viene en llamar la burguesía rentista que gobierna y, en menor parte, la muchedumbre de clientelas.
- Se trata también de una forma de gubernamentalidad que se basa en la demagogia y en la retórica populista, que se encarga de hacer una apología del caudillo, manteniendo una convocatoria a las clientelas, acudiendo al chantaje emocional, inclusive al chantaje epidérmico.
- Ciertamente, esta forma de gubernamentalidad clientelar aparece usurpando una revolución social y popular, dadas como acontecimiento político, social y cultural. La forma de gubernamentalidad clientelar se sube a la cresta de la ola de la movilización social para usurpar esta revolución, institucionalizar la revolución, por lo tanto, limitarla al máximo, poniéndola al servicio y el beneficio de una burocracia gobernante.
- Hay que hacer hincapié que esta forma de gubernamentalidad clientelar es complementaria, paradójicamente, de la otra forma de gubernamentalidad, que corresponde, en la historia reciente, al neoliberalismo. Ambas formas de gubernamentalidad, la forma de gubernamentalidad neopopulista y la forma de gubernamentalidad neoliberal, son los aparatos operativos y los dispositivos políticos para el cumplimiento del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. La diferencia entre estas formas corresponde a sus estilos de gobierno y sus retóricas de justificación del mismo saqueo de los recursos naturales.
Teniendo en cuenta estas hipótesis, vamos a adentrarnos al análisis de dos décadas del gobierno neopopulista del Movimiento al Socialismo (MAS).
El antecedente: la movilización prolongada
Llamamos movilización prolongada al alargamiento de la misma movilización, a su prolongación en el tiempo, a su expansión en el espacio, a su durabilidad política. El concepto de movilización prolongada es como una paráfrasis al concepto de guerra prolongada de Mao Zedong, sin embargo, se diferencia de este concepto, usado en la larga marcha, no solamente porque no se trata de guerra, sino de movilizaciones sociales, sino, sobre todo, por la caracterización de una secuencia de ciclos de movimiento sociales, relativamente diferenciados y relativamente análogos.
Hemos usado el concepto de movilización prolongada para caracterizar a la secuencia de ciclos de movimientos sociales del 2000 al 2005 en Bolivia. Secuencia de movimientos sociales que precisamente tienen esas características. Emergen de distintas demandas, arrancan de distintas historias, que coinciden y convergen en un periodo determinado.
Del conjunto de movimientos sociales, dados en el periodo citado, destacan la guerra del agua de abril del 2000, el bloqueo indígena campesino de septiembre de octubre del 2000, la guerra del gas de octubre del 2003 y la movilización concluyente que toma Sucre, para obligar a una nueva sustitución constitucional y a la convocatoria a elecciones el 2005.
Ahora estamos en condiciones de proponer una hipótesis teórica sobre la mecánica de las tendencias, en política.
Ciertamente, hablamos de mecánica en el análisis político, metafóricamente, haciendo alusión a la mecánica en física, que comprende la mecánica clásica, la mecánica relativista, la mecánica cuántica y la teoría cuántica de los campos. La mecánica en política debería atender al movimiento de los cuerpos, su desplazamiento en el tiempo, bajo la acción de las fuerzas. Esta es una definición análoga a la dada en física, solo que habla de otros cuerpos y otras fuerzas, además de referirse a otro tiempo, entendiendo que se trata del tiempo histórico. De todas maneras, esta definición análoga o prestada no es conveniente ni suficiente en el análisis político. Intentaremos una definición más prolija, más propia, que parta de las problemáticas y contingencias del acontecer político.
En Trama política y potencia social, en lo que respecta a la mecánica política, que también es una mecánica social, escribimos:
¿Cómo explicar un periodo político? Lo acaecido, sus desenlaces, las clausuras de ciertas posibilidades, sus contradicciones, contingencias, incluyendo a los discursos emitidos, las medidas y acciones tomadas. ¿Es válido hacer una mirada retrospectiva, contando con los desenlaces, explicar, a partir de ellos, la “lógica” inherente al proceso? Es ciertamente esta una ventaja; empero, ¿se pueden obviar las posibilidades clausuradas, las tendencias opacadas? ¿No es al final suponer el decurso de una tendencia dominante, que finalmente se realiza en el desenlace? ¿Es así o sólo se trata de una interpretación privilegiada, el discurso de los vencedores? ¿Cuál fue la mecánica del conjunto de las singularidades, inherentes al acontecimiento? ¿Se puede hablar, en este caso, en la configuración del acontecimiento, de mecánica, aunque sea metafóricamente?[1]
Como respuestas a estas preguntas se dijo:
Estos son los problemas referenciales, anticipados, a la definición conceptual de una comprensión integral del acontecimiento político. Cuando hablamos de mecánica en el análisis político, suponemos que las dinámicas singulares se afectan, que sus composiciones afectan a otras composiciones, que tanto singularidades como sus composiciones pueden ser pensadas como fuerzas, que estas fuerzas afectan cuerpos y subjetividades, que afectan instituciones y estructuras sociales. Esta conjetura permite hablar de mecánica de fuerzas, a través de estas aproximaciones. Analizar, desde esta perspectiva, nos ayuda a construir una explicación mecánica del acontecer político. Lo que, a su vez, implica una explicación del conjunto del movimiento de fuerzas, así como una interpretación integral del acontecer político. Lo que de por sí es bueno, pues deja de lado el análisis contable de la política; el balance de lo bueno y lo malo, de lo positivo y negativo. El balance, que utiliza la balanza que pesa, si se ha dado más de bueno que de malo, más positivo que negativo. Esta contabilidad de cajero es muy infortunada para responder a la problemática política.
La mecánica de las tendencias, que comprende, a su vez, la mecánica de las fuerzas corresponde al funcionamiento de las propensiones, a su concurrencia, sus efectos múltiples; aditivos, en unos casos, destructivos, en otros casos. Ciertamente, como dijimos, las tendencias son abstractas, son resultantes, son efectos de los campos de fuerzas. Por eso, hay que considerar, en el juego de las fuerzas, un tipo de “gravitación”, por así decirlo, una “gravitación” política. ¿Cómo definir esta “gravitación” política? ¿Las fuerzas se atraen o se repelen? Ambas cosas pueden ocurrir, dependiendo de las fuerzas, de los contextos, de las coyunturas. Pero, también las fuerzas se acumulan, se refuerzan, por así decirlo; así como se debilitan mutuamente, se vacían, por así decirlo. Las fuerzas, en política, son energía social, son potencia social. Es la dinámica de estas fuerzas las que crea la “gravitación” política. Este espacio-tiempo social de campos de fuerzas conforma elipses, por así decirlo, de dos polos; uno “real”, el otro ficticio. El polo “real” es el que tiene que ver con la asociación de composiciones de la potencia social, su facultad cooperativa, colectiva, comunitaria; el polo ficticio tiene que ver con el efecto institucional y simbólico del polo “real”, con su efecto de espejo. Aparece, como institución imaginaria, el polo ficticio, como poder; es decir, como formas institucionales de poder. En las elipses “orbitan” los hechos, atraídos por estos dos polos, el polo “real”, el polo ficticio. Orbitan por la “gravitación” del polo de la potencia social y la atracción simbólica del polo del poder. [2]
Continuando el análisis se concluye:
Ocurre como si en estas órbitas elípticas se ganara energía en el polo “real” de la potencia social para perderlo en el polo simbólico del poder. ¿Qué es lo que “orbita” en estas elipses alrededor de los dos polos? La energía social. Energía social convertida en prácticas, en relaciones, en actividades, en acciones. Energía social capturada por instituciones, convertida en ciclos de reproducción institucional. Energía social que escapa a las capturas de la maquinaria estatal, creando líneas de fuga. Energía social que hace de la sociedad una sociedad alterativa, dinámica, cambiante, vital, creativa. Energía social entonces que emerge pujante en el polo de la potencia social, que pierde parte de su energía en el polo del poder, para volver a alimentarse de vigor en el polo de la potencia social.[3]
Un poco más abajo, respecto al mapa de la potencia social, se escribe:
La potencia social no es la organización, tampoco el movimiento; es lo que se expresa en el movimiento, en la movilización, en las composiciones de sus dinámicas. La organización es una creación de la potencia social, en el movimiento y la movilización se manifiesta la potencia como fluido gigantesco de la energía social. Los saberes puestos en juego al momento de la movilización son composiciones cognitivas e interpretativas del colectivo social. Los objetivos que se plantea, en el momento del movimiento, el conjunto o el conglomerado social involucrado, es consensuado por las singularidades y composiciones de la potencia social. La potencia es la capacidad inventiva social, es la capacidad asociación, de articulación, de participación social.
La potencia social es capacidad de asociación, así como la fuerza y la acumulación de la fuerza social, fuerza inmediatamente vinculada con la capacidad intelectiva de crear. La potencia social es posibilidad, también condición de posibilidad histórica; deviene fuerza social, fuerza histórica, cuando las asociaciones múltiples acumulan una disponibilidad de fuerzas capaces de afectar en el curso de los acontecimientos.
La potencia social efectiva se da cuando las múltiples asociaciones, las múltiples composiciones, se orientan a cruzar los umbrales del mapa institucional dado. Esto equivale no sólo a una integración de fuerzas, sino también de voluntades, así como de apreciaciones e interpretaciones compartidas, de saberes activistas, que inciden, a través de las acciones, en las coyunturas de procesos.[4]
Dos conceptos son importantes en este análisis que hemos citado, el concepto de energía social, y el concepto de potencia social. Vamos a tratar de integrar estos conceptos al análisis de la crisis social y la crisis política, que suponen también la crisis económica, así como, desde otro ángulo, la crisis cultural, es decir, en general la crisis múltiple, desde la perspectiva de la complejidad.
En la concepción termodinámica la energía es la capacidad de los cuerpos para realizar transformaciones, mediante trabajo o mediante calor, en ellos mismos o en otros cuerpos. Es decir, el concepto de energía se define como la capacidad de hacer funcionar las cosas.
Se dice que la energía social se refiere principalmente a la capacidad de las personas para interactuar socialmente y participar en la vida comunitaria, afectando a como se sienten después de esas interacciones, lo que se describe coloquialmente como un acumulador social, que se puede agotar o recargar. Así como también corresponde a lo que puede significar la energía que emana de la actividad colectiva y compartida, particularmente en lo que tiene que ver con movimientos sociales, donde la energía es una fuerza impulsora, que surge de la propia interacción.
Desde la perspectiva cuántica, la energía se manifiesta en cantidades discretas o paquetes indivisibles llamados cuantos, a diferencia de la física clásica donde se considera continua. Esta energía cuántica existe en niveles definidos y se emite o absorbe en estas unidades. Max Planck introdujo el concepto de cuantización de la energía, que explica que la energía de una onda es proporcional a su frecuencia, es la unidad fundamental para la mecánica cuántica.
La mecánica cuántica es la rama de la física que estudia la naturaleza a escalas infinitesimales, los sistemas atómicos, subatómicos, sus interacciones con la radiación electromagnética y otras fuerzas, en términos de cantidades observables. Se basa en la observación de que todas las formas de energía se liberan en unidades discretas o paquetes llamados cuantos. Las partículas con esta propiedad pueden pertenecer a dos tipos distintos: Fermiones o bosones. Algunos de estos últimos están ligados a una interacción fundamental, el fotón pertenece a la electromagnética. Sorprendentemente, la teoría cuántica solo permite normalmente cálculos probabilísticos de las características observadas de las particulas elementales, entendidas en términos de funciones de onda. La ecuación de Schrödinger desempeña, en la mecánica cuántica, el papel que las leyes de Newton y la conservación de la energía desempeñan en la mecánica clásica. Es decir, la predicción del comportamiento futuro de un sistema dinámico es una ecuación de onda en términos de una función de onda, la que predice analíticamente la probabilidad precisa de los eventos o resultados.
El término mecánica social se refiere a los mecanismos sociales que explican el comportamiento y las interacciones dentro de una comunidad. Sin embargo, en el campo de la sociología, se usa con mayor frecuencia el término solidaridad mecánica, un concepto introducido por Émile Durkheim, que describe la cohesión social basada en la similitud de valores, creencias y estilos de vida de sus miembros.[5]
El concepto de lucha de clases desarrollada por Karl Marx, heredado del cuadro enconómico de los fisiócratas, desprendido después de la teoría del valor de David Ricardo, conjugada con la teoría socialista francesa, corresponde a la formación enunciativa de las teorías histórico-políticas, que se oponen a las teorías jurídico-políticas. Las primeras se basan en la concepción de la guerra social, en tanto que la segundas corresponden a las teorías de la soberanía y a la legitimidad del sujeto.
En todo caso, la teoría de la lucha de clases supone el sustrato de las dinámicas sociales, por lo tanto, podemos decir que supone la mecánica social. Las clases enfrentadas pasan por la cohesión social, entonces constituyen a través de la solidaridad social, sobre todo la clase social, que se asume como antagónica a la dominación y a la explotación capitalista.
Por eso es conveniente retomar el análisis de los movimientos sociales a partir de la mecánica social, que implica comprender tanto las dinámicas sociales, que tienen que ver con el despliegue de la energía social, así como también con las estructuras sociales, que corresponden a la consolidación de relaciones sociales, sobre todo en la etapa de su institucionalización.
El concepto de potencia social, que usamos, deviene del concepto de potencia de Baruch Spinoza. Corresponde a la capacidad de existir y preservar el propio ser. Interpretando, nosotros concebimos la potencia como capacidad creativa de la vida[6]. En ese sentido, la potencia social corresponde a la capacidad creativa de las sociedades para existir para preservar su propio ser, así como también para crear alternativas, incluso alterativas.
En el texto citado, haciendo la evaluación crítica de la movilización prolongada, se escribió:
El análisis de la movilización prolongada de 2000 al 2005 debe efectuarse a partir de su propio estallido, su campo de singularidades, de sus propios mecanismos y engranajes conformados. En relación a la historia, lo que interesa es comprender cómo los movilizados se reinventan el pasado, como espesor representado de su propio presente, como imaginario social y como recurso en la formación discursiva de la movilización.
Los insurrectos son los que defienden el bien común del agua, los que defienden la tierra, los que defienden los recursos naturales, los que defienden los hidrocarburos, los que se levantan en defensa de los derechos de los pueblos indígenas, los que se levantan contra el proyecto y el modelo neoliberal, cuyo costo social destruyó parte de la cohesión social y parte del aparato productivo. Este conglomerado social, de organizaciones, de multitudes, de masas, de pueblos, articuló un bloque popular e indígena capaz de lograr la secuencia de victorias políticas durante los seis años de luchas.
La potencia social derrotó al modelo neoliberal, si se quiere, al Estado neoliberal, expresado en la mega-coalición conservadora; derrotó la forma de dependencia extrema ocasionada por el neoliberalismo. Abriendo el camino a un “proceso” politico, llamado “proceso de cambio”. ¿Qué viene después? La potencia social es capturada por el Estado-nación. ¿Cómo ocurre esto? Para responder esta pregunta requerimos de una digresión sobre el Estado.[7]
La disgresión sobre el Estado es la siguiente:
El Estado-nación es el Estado moderno. Bolivia es este Estado-nación, desde la independencia. Hablar de Estado aparente, para distinguir la condición de más Estado de la condición de menos Estado, no es otra cosa que diferenciar, si se quiere, grados y formas del mismo Estado. En todo caso, lo aparente, la condición de aparente es el mismo Estado. El Estado como tal, como sujeto, como unidad, como entidad trascendente, no existe; lo que existe es el campo institucional, el campo burocrático, el campo político, el campo social, el campo escolar, que reinventan la institución imaginaria del Estado.
Una tesis sugerente es la que define el Estado como campo de luchas. Como si distintas formas de Estado se disputaran la hegemonía, la definición del perfil. Esta tesis es ilustrativa; empero, de ahí a creer que una de las formas de Estado es la que va a liberar al pueblo, a la sociedad, a los pueblos indígenas, no es más que “ideología”. Pueden, algunas formas de Estado, mejorar las condiciones sociales, mejorar las condiciones de las relaciones de intercambio del país con el sistema-mundo capitalista; empero, de ninguna manera puede quebrar los límites del Estado, la estructura nuclear del Estado; no puede modificar la función estatal. El Estado, como campo institucional, como campo burocrático, como campo político, no puede sino reproducir su mapa institucional, que no es otra cosa que la reproducción de los diagramas de fuerzas, de las relaciones de dominación y de las estructuras de poder, inscritas en el programa de esta fabulosa maquinaria. El problema en las sociedades periféricas, en los Estado-nación subalternos, es que están, en el marco del orden mundial, en el contexto del sistema-mundo capitalista, para administrar la transferencia de recursos naturales a los centros y potencias emergentes del sistema-mundo. Aún cuando sean más progresistas los gobiernos de los Estado-nación, no pueden romper los límites impuestos por la dependencia. Para hacerlo, están obligados a trastrocar no sólo los perfiles de los términos de intercambio, sino las mismas estructuras y la geopolítica del sistema-mundo capitalista. Este trastrocamiento no puede efectuarse en las condiciones de Estado-nación. Se requiere de una transición política que vaya más allá del Estado-nación.
La potencia social, desplegada en la movilización prolongada, no pudo atravesar los umbrales del Estado-nación. El gobierno progresista preservó el Estado-nación como defensa; usó el Estado para efectuar reformas, logró mejorar los términos de las relaciones de intercambio, al nacionalizar los hidrocarburos, a su modo. Empero, al ser una forma “progresista” del Estado-nación, no podía cumplir con la Constitución, que establece tres condiciones de transición: Las condiciones de plurinacional, comunitaria y autonómica. En términos de transformaciones institucionales, esto equivale a la destrucción del Estado-nación y a la construcción del Estado plurinacional. El gobierno progresista hizo lo que estaba en su “instinto” político, preservar el Estado-nación, optando por el camino de las reformas.
Esta es la contradicción del gobierno progresista con la Constitución. Para los movimientos sociales la Constitución es un ideal plasmado, que debe realizarse. Para el gobierno la Constitución es un texto de propaganda. Esta es la contradicción del gobierno con los movimientos sociales, por lo menos con los movimientos sociales efectivos, que se dieron desde el 2000 hasta el 2005. Estas dos contradicciones son como generadoras, por así decirlo, del resto de contradicciones, que se dan proliferantemente en las dos gestiones de gobierno.
La potencia social, mejor dicho, la composición lograda por la potencia social, tal como se plasmó, de acuerdo al alcance de su irradiación, al no atravesar los umbrales del Estado-nación, fue capturada por este mismo Estado. Sus fuerzas sirvieron para reproducir la nueva forma de Estado-nación. Una forma populista investida con simbología indígena. Se puede decir, con cierta aproximación, que la composición histórico-política plasmada de la potencia social, las fuerzas de los movimientos sociales fueron capturadas por su propio “producto”. Fueron capturadas por el Estado-nación, por mediación, de un gobierno progresista, que también fue un “producto” de los movimientos sociales, aunque también lo haya sido del mayoritario voto electoral.
Ciertamente, la potencia social no desaparece, aunque parte de sus fuerzas sean capturadas y sirvan para la reproducción del poder. La potencia social sigue generando su energía vital, sólo que ahora se encuentra en otra parte, generando resistencias a la política económica del gobierno, que optó por el modelo extractivista. Generando alteratividades minuciosas, detalladas, en la filigrana del campo politico y del campo social. Desplegando nuevas fuerzas, todavía no articuladas, en la consecución de alternativas. Resistiendo desde lo comunitario, lo común, a la expropiación privada y pública. ¿Cuándo se dará lugar una nueva articulación, un nuevo bloque popular, aprendiendo de esta experiencia dramática, que repite la trama política? No lo sabemos. Lo que se sabe, no se puede perder de vista, es que las tareas del momento corresponden a articular las nuevas resistencias, buscando una nueva composición de la potencia social, capaz de atravesar los umbrales del Estado-nación.[8]
Retomando el hilo, se puede decir que la clave de la interpretación que hacemos tiene que ver con la energía social. la energía social es la que permite la vida social, la comunidad, empero, al mismo tiempo, permite el logro de la individuación, no sólo en lo que respecta a la totalidad social, sino también lo que respecta a los individuos. La individuación se da en los dos sentidos, respecto la autonomía de la comunidad, así como respecto al autonomía de sus miembros.
Los procesos de singularización social, que implican también la autonomización social, corresponden a la realización de la energía social, en la conformación de una organización social. La organización social para ser autónoma tiene que lograr su individuación, es decir, su realización operativa, constitutiva y creativa. A su vez, esta organización social, permite la realización de la singularización individual. En este sentido, la comunidad se convierte en la condición histórica, política y cultural de la autonomía individual. Se da pues una complementaridad en los procesos de socialización y en los procesos de individuación singular de miembro de la sociedad, que es lo mismo que decir, del miembro singular de la sociedad.
En estos procesos de socialización, en estos procesos de individuación, tanto de la comunidad como de los miembros de la comunidad, se dan lugar interrupciones de la socialización e interrupciones de la individuación singular de los miembros de la sociedad. La interrupción principal corresponde a la ilusión del Estado, que se supone, así mismo, una totalidad, que pretende no solamente ser autónomo, sino absoluto, del que dependen de manera subordinada los individuos, los grupos y los colectivos, que conforman la sociedad. Pero ésta es una ilusión imaginaria, impuesta por la macro-institución estatal. El Estado no es, de de ninguna manera, una individuación a escala social y escala comunitaria, sino es una macroestructura, que obstruye la realización de la autonomía social y comunitaria, así como de la autonomía individual. Esto sólo es posible a través del ejercicio de las relaciones de fuerza, que corresponden al ejercicio de la dominación, en otras palabras, del poder.
La genealogía del poder corresponde a la interrupción de los procesos de socialización, de los procesos de individuación y de los procesos de singularización y autonomía de cada uno de los miembros de la sociedad. El nacimiento de la genealogía del poder corresponde a la primera interrupción de los procesos de socialización. Esto, a su vez, corresponde a la expropiación de la energía de la socialización por parte de un clan, después de una clase dominante. En el primer caso, se trata del clan dominante, que corresponde a la dinastía. En el segundo caso corresponde a la conformación de la clase dominante, que en la modernidad incumbe a la burguesía. Entre clan dominante y clase dominante se da la heterogeneidad de las castas.
Visto desde la perspectiva de la ecología compleja, de la ecología política y de la ecología en acción, todo esto corresponde al desenvolvimiento en proceso hacia el logro pleno de las autonomías. Visto de la perspectiva de la ecología social, todo esto corresponde al desenvolvimiento creativo, así como al logro pleno de la libertad, que sólo puede entenderse como la liberación múltiple de las ataduras y de los mecanismos de dominación.
En lo que decimos se desprende la crítica a la ideología liberal, que restringe la libertad, a lo que llaman la libertad de mercado y la libre empresa, más aún, en su expresión filosófica, denominan la libertad del individuo. En primer lugar, todo esto está garantizado, en la concepción liberal, por lo que se vine llamar El Estado de Derecho, la institución del Estado nación o del Estado moderno, la República liberal. En otras palabras, se trata de una interrupción mayúscula a los procesos de socialización. que implican también los procesos de liberación, de autonomización, así como de individuación. Por otra parte, esto corresponde al abrupto cercenamiento de los procesos de individuación de cada miembro de la sociedad, es decir, el individuo, que es reducido a su condición de objeto de consumo o de acumulación, llegando a ser un sujeto inhibido de sus propias capacidades.
Así como el Estado es una ilusión ideológica, el individuo liberal también es una ilusión ideológica, que encubren el cercenamiento de la autonomización individual, sobre todo del devenir de la individuación, tanto de la sociedad como del individuo. Desde este punto de vista, la formación discursiva liberal es una ideología que encubre la dominación de la burguesía. Interrumpe los procesos de socialización, de liberación de las capacidades y de autonomización, tanto comunal como individual.
La concepción liberal no es la única forma de interrupción de los procesos de socialización de autonomización y de individuación, también lo es la concepción del socialismo autoritario, que convierte al Estado en la llamada dictadura del proletariado, que no es otra cosa que la dictadura de la burocracia del partido en funciones de gobierno. En este sentido se forma una clase dominante, que se parece mucho a la casta dominante, es decir, a una amorfo entre casta y clase. En consecuencia, no se puede esperar, en este escenario político, tampoco la autonomización y la realización creativa de cada miembro de la sociedad, así como del conjunto de la comunidad.
Entre el Estado de Derecho liberal y el Estado de la dictadura del proletariado, que es, como hemos dicho, la dictadura de la burocracia en el poder, se sitúa una forma de Estado amorfa, ésta corresponde al Estado de la forma de gubernamentalidad clientelar. Hablamos del Estado populista del siglo XX, que va a derivar, durante el siglo XXI, en el Estado neopopulista. En este caso, el discurso de legitimación o, más bien, de pretensión de legitimación, no corresponde a lo que se ha conocido como socialismo autoritario, sino a una deformación discursiva con características barrocas, que mezcla tanto la herencia de la ideología liberal con las deformaciones del mismo discurso del socialismo autoritario. Esta formación enunciativa adquiere tonalidades altamente demagógicas y retóricas. Incluso llega a pretender tonalidades indigenistas, que forman parte de las tradiciones indigenistas de las revoluciones nacional populares. Durante el siglo XXI se van a dar mitos modernos o, si se quiere, postmodernos, por así decirlo, de un indigenismo pretendidamente descolonizador. Es decir, que pretende zafarse de las tradiciones nacional populares, que considera mestizas, para constituirse en expresiones plenamente indígenas. Sin embargo, esto de la plenitud indígena forma parte de la retórica neopopulista, que, de manera paradójica, produce la forma de gubernamentalidad clientelar, la recolonización de las naciones y pueblos indígenas.
Dicho esto, en tanto consideraciones teóricas, ahora estamos en condiciones de pasar a la evaluación concreta de las gestiones del gobierno neopopulista en Bolivia, gestiones que han durado dos décadas (2006-2025). Continuando con las citas del ensayo mencionado, en lo que respecta a la primera gestión de gobierno, se dice lo siguiente:
La primera gestión de Evo Morales Ayma se hizo cargo de un Estado en crisis. Seis años de luchas sociales desnudaron la crisis múltiple del Estado-nación. El gobierno, resultado de una victoria electoral contundente, al asumir el lugar vacío del ejercicio institucional del poder, se vio ante el dilema inicial. ¿Qué hacer? ¿Qué clase de gestión efectuar? ¿Administrar el Estado? ¿Efectuar cambios radicales, desde el inicio? Seguramente la decisión ha sido difícil, incluso si no había mucha “conciencia” respecto a la implicación de las opciones. De todas maneras, la cúpula adivinaba lo que se jugaba, desde las primeras decisiones de gobierno. Sabemos que la opción se inclino por el realismo político. Se entiende que había más argumentos a favor de esta alternativa; se corría menos riesgos y se ganaba tiempo.
Esa primera decisión ya muestra la psicología de los gobernantes. Hombres cautos, excluyendo de antemano toda audacia. La audacia quedó para el discurso, no para la acción. En un ambiente de alta legitimidad social, con movimientos sociales que salían victoriosos de una lucha de seis años, contando con una movilización que ya había ventilado la autogestión, que había mostrado vigorosos movimientos, capaces de sitiar y tomar ciudades, la cautela de los gobernantes es un síntoma de debilidad, no de firmeza. Seguramente el temor de gobernar sin tener experiencia en la administración pública influyó también en la decisión.
Digan lo que digan al respecto los voceros, sobre todo el ideólogo del gobierno, no se puede ocultar esta primera ambigüedad. Todo lo que se pueda decir a favor del realismo político, se lo hace argumentando a favor de esta tesis; pero, no explica, de ninguna manera, el por qué se optó por continuar con una forma de administración liberal, continuando la gestión institucional del Estado, en un momento favorable de correlación de fuerzas. Este primer paso, direcciona los siguientes.
Ciertamente no se puede explicar la primera gestión de gobierno sólo a partir de las estructuras de poder heredadas, haciendo abstracción de los individuos que conforman el gobierno. Como tampoco se puede explicar de manera inversa, sólo atendiendo a los perfiles individuales de los gobernantes. Ambas perspectivas pecan de sesgo; la primera, porque convierte en al gobierno en la ejecución antelada de lo establecido en las estructuras de poder; la segunda, porque convierte al gobierno en una comedia de conspiraciones banales. Aunque la primera perspectiva tenga, sin lugar a dudas, más peso, sea más consistente analíticamente, no se puede obviar la incidencia de las personas influyentes. En este sentido, vamos a intentar interpretar la secuencia de la primera gestión a partir de la visualización del periodo desde ambas perspectivas.[9]
Esta visualización establece lo siguiente:
Evo Morales Ayma es el caudillo, el mito, la convocatoria del mito. El constructo del imaginario colectivo. El símbolo carnal del gobierno, convertido por la propaganda gubernamental en el símbolo del “proceso de cambio”. De máximo dirigente de la Federación del Trópico de Cochabamba pasó a ser el primer presidente indígena de la República de Bolivia, después del Estado plurinacional de Bolivia, que de plurinacional sólo tiene el nombre. Las decisiones políticas las toma el presidente, en primera o en última instancia. Su carácter imperativo, su carisma, influyen mucho en el comportamiento de su gabinete, incluyendo al mismo vicepresidente. Es difícil hablar de él como un estratega, más es la espontaneidad, muchas veces improvisada, y la intuición, algunas veces equivocada, acaecida erróneamente cada vez más seguido en el segundo periodo de su gestión. Como en todo caudillo, su imagen atrayente no es perdurable, se desgasta; es mantenida con desesperación mediante publicidad y propaganda, como si estos medios restituyeran el ánimo de la gente.
La persona de más influencia en el gobierno, después del propio presidente, es Álvaro García Linera. Por su formación política y académica, por venir de la experiencia de una organización que se propuso la guerrilla como medio para resolver la cuestión del poder, por venir de un colectivo de interpelación radical, de investigación y activista, tenía plena “consciencia” de lo que estaba en juego en la decisión inicial del gobierno. El vicepresidente se convirtió de radical en el ideólogo del realismo político. Es muy probable que haya sido él quien más haya influenciado en la inclinación por la decisión inicial, fuera de ser el responsable de la argumentación y justificación de la opción tomada. Vamos a dejar las conjeturas sobre por qué lo hizo, por qué se convirtió en un “pragmático”, pues esto nos llevaría a la especulación. A partir de este momento, el vicepresidente asume el rol de ideólogo del gobierno, pretendiendo también ser el teórico del “proceso”, que es otra cuestión. Sus discursos, sus libros, publicados por la Vicepresidencia, sus intervenciones, son la más clara expresión de una ideología “pragmática”, que persigue sostener la justificación del decurso de un gobierno, que optó, desde un principio, por el reformismo y no por la transformación.
Los ministros fueron un resultado de la composición de las fuerzas, aunque el presidente sea el que tome la primera y la última palabra al respecto. No se puede decir que había una pugna de tendencias, como el apresuramiento de los medios de comunicación hicieron entender, recurriendo a esquemas acostumbrados. En un ambiente confuso, donde había primero que orientarse, es difícil hablar de pugna de tendencias. Menos decir que había una tendencia “alvarista” y otra tendencia “evista”. Estas hipótesis hablan de la carencia del periodismo y de los medios de comunicación. El consenso sobre el realismo político fue compartido por todos.[10]
En lo que respecta a las medidas tomadas por el gobierno, es decir, a las políticas implementadas, se dice lo siguiente:
En relación a la medida más importante de las dos gestiones de gobierno, que es la nacionalización de los hidrocarburos, se puede decir que el hombre de influencia en la formulación del Decreto “Héroes del Chaco” fue Andrés Solíz Rada. Sobre todo por su formación en la izquierda nacional, viniendo de un grupo político de características marxistas nacionalistas, Grupo Octubre, que tenía como estrategia y convicción política la defensa de los recursos naturales, la recuperación soberana de los mismos a través de las nacionalizaciones. El ministro de la nacionalización salió del gabinete, cuando se tuvo que tomar nuevas decisiones “pragmáticas”, en relación a PETROBAS. En una coyuntura cuando se comenzó a ceder ante esta empresa transnacional del país vecino, el ministro nacionalizador estaba demás.
Un paso dado condujo a otros. Del no cobro, como corresponde, a PETROBRAS, por el excedente calorífero del gas húmedo, se llegó a contratos de operaciones desnacionalizadores, entregando el control técnico de la producción de hidrocarburos a las empresas transnacionales. La ventaja del gobierno, al nacionalizar fue mejorar los términos de las relaciones de intercambio, mejorar notoriamente los ingresos del Estado, por concepto de la explotación de los hidrocarburos. Este incremento repercutió en la disponibilidad del Tesoro y de las instituciones involucradas en el reparto. El problema es que esta mejora no puede ser el fin de una nacionalización, que debería continuar dando pasos urgentes hacia la industrialización. Sin embargo, el gobierno prácticamente se contentó con este logro. Las plantas separadoras no pueden considerarse como el inicio de la industrialización, son sencillamente plantas separadoras de la composición de los hidrocarburos.
La convocatoria a la Asamblea Constituyente fue la otra medida crucial de la primera gestión del gobierno. Esta convocatoria fue planteada, en primer lugar, por las organizaciones indígenas, CIDOB y CONAMAQ, apoyadas por el Pacto de Unidad, que incluye a las tres organizaciones campesinas, CSUTCB, CNMCIOB “BS”, CSCIB. Aunque una versión de los dirigentes de las juntas de vecinos de El Alto dice que la convocatoria a la Asamblea Constituyente no estaba incluida en la Agenda de Octubre, la verdad es que la Agenda de los movimientos sociales del país si la incluyeron. Por lo tanto, el llegar a la Asamblea Constituyente recogía el anhelo de las mayorías por fundar o refundar el Estado.[11]
Respecto a lo que establece la Constitución Política del Estado, aprobada por la Asamblea Constituyente, después revisada por el congreso constitucional, lo que implicaba una violación desde el poder constituido contra el poder constituyente, promulgada el 2009, se dice lo siguiente:
El Estado que establece la Constitución de 2009 es un Estado plurinacional, comunitario y autonómico, integrado por la interculturalidad, en la perspectiva del sumak kausay/sumaj qamaña. Para construir este Estado plurinacional se tiene que demoler lo que sostiene al Estado-nación y lo que respecta al Estado-nación mismo: La institucionalidad moderna, homogénea, única. Un Estado plurinacional se construye sobre el pluralismo institucional. Frente a este requerimiento, el gobierno progresista retrocedió, “consciente” o “inconscientemente”. Vaya a saber cuántos del gobierno entendían la significación histórica y política del Estado plurinacional, las implicaciones y consecuencias de asumirlo y construirlo. Lo cierto es que prefirieron desgañitarse en la publicidad y propaganda de que ya somos un Estado plurinacional, como arte de magia de la promulgación de la Constitución. Era muy cómodo cambiar el vestido a la misma persona, que cambiar de persona, que dejar nacer a otra persona. Como dijimos en otros escritos, el gobierno progresista cayó en el mal de la época: La inclinación desesperada por la simulación.
Para el gobierno, cuyo contenido “ideológico” es el nacionalismo, cuya composición redefine populistamente el perfil reformista, cuya retorica izquierdista repite el discurso de un anti-imperialismo del siglo pasado, es inaplicable la Constitución, pues su aplicación implica la destrucción del Estado-nación. En otras palabras, dejar de ser gobierno bajo los códigos liberales y la gestión pública institucionalizada. Ser otra clase de “gobierno”, como establece la Constitución, en el marco del sistema de gobierno de la democracia participativa y pluralista, era también la desaparición de los privilegios, de las jerarquías, de la burocracia. Después de conquistar el poder, lo menos que quería era perderlo. Al optar por conservar el poder, en vez de destruirlo, decidió por el camino de la reproducción del Estado-nación, optó por la misma trama de todas las “revoluciones”, que cambian el mundo; empero, se hunden en sus contradicciones.[12]
Las medidas políticas implementadas en la primera gestión del gobierno neopopulista nacieron truncas, es más, nacieron muertas. La nacionalización de los hidrocarburos se desplazó inmediatamente a los Contratos de Operaciones, que aprobó el Congreso, Contratos de Operaciones que corresponden a lo dejado pendiente en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Lo que cambió son los porcentajes de participación del Estado y de las transnacionales. En realidad lo que se llama nacionalización no es otra cosa que la migración de contratos.
La convocatoria a la Asamblea Constituyente que, en verdad, fue convocada en un Cabildo en plena guerra del agua en Cochabamba, que tenía el objetivo de que participe toda la sociedad, todas las organizaciones sociales, los colectivos, las agrupaciones e iniciativas de todo tipo, incluso individuales, independientemente de los partidos políticos, terminó limitada por el poder constituido. Convirtiendo a la Asamblea Constituyente, que es poder constituyente, que es Asamblea Constituyente originaria, en una Asamblea Constituyente derivada, convocada por el Congreso, mediante ley. Esto es una manipulación contra el poder constituyente y contra la decisión del Cabildo de Cochabamba.
La Constitución política del Estado, que establece el Estado Plurinacional, Comunitario y Autonómico, fue elaborado dramáticamente a lo largo de un año y cuatro meses, durante los cuales hubieron dos crisis, la crisis de los 2/3 y la crisis de la capitalía. Dos crisis que casi acaban con el proceso constituyente. La crisis de los 2/3 derivó por un error del ejecutivo, que quiso imponer la aprobación por mayoría, a pesar de que se encuentra en la Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente la aprobación por 2/3. Sobre todo, a pesar de la propuesta de la oposición en la Comisión del Reglamento de la Asamblea Constituyente de aprobar todo por mayoría, excepto dejar 2/3 para el texto final, desafuero y revisión del reglamento. A pesar de que el propio presidente aceptó la aprobación por 2/3 del texto final, los voceros que mandó la Vicepresidencia quisieron imponer mayoría absoluta en todo, provocando la crisis que puso en receso a la Asamblea Constituyente.
La crisis de la capitalía fue más compleja, porque desbordó el escenario mismo donde se desarrollaba la Asamblea Constituyente. El tema de la capitalía ingresó por siete comisiones, una de ellas, la primera, entró por la Comisión de Cochabamba. A partir de entonces no se podía eludir la discusión en la Asamblea Constituyente del tema de la capitalía. Sin embargo, la decisión del ejecutivo fue convocar a la concentración de los 2 millones, en contraposición a la concentración de 1 millón que se logró en Santa Cruz, por convocatoria de la llamada “Medial Luna”. La propuesta de la Comisión Visión de País fue que la concentración de los 2 millones sea para apoyar a la Asamblea Constituyente, que se encontraba en apuros, no para imponer que no se discuta el tema de la capitalía, menos que se imponga que no se mueva la sede de gobierno. Este segundo error del ejecutivo, esta segunda imposición provocó el desenlace de la crisis de la capitalía. De las dos crisis fue la más grave. Se salió de esta crisis por la resistencia de los mismos constituyentes, que se quedaron expuestos y vulnerables en una ciudad que se alzó contra la Asamblea Constituyente. Una vez que la directiva de la Asamblea Constituyente decidió no discutir el tema de la capitalía.
Una vez que se aprobó en el llamado Congreso Constitucional, el texto de la Asamblea Constituyente, incluyendo a la oposición, después de revisar el 20% de los artículos de la Constitución, elaborada y aprobada por la Asamblea Constituyente, el texto constitucional fue puesto en la vitrina por parte del partido gobernante, para no cumplirla en absoluto, sino, más bien, violar y vulnerarla sistemáticamente. Abolirla en la práctica. La oposición, que en ese entonces se llamaba Media Luna, cometió un error grave. En vez de mantener la posición de la aprobación de la Constitución revisada, por órdenes del Comité Cívico de Santa Cruz, decidió ingresar al desconocimiento del texto constitucional y del proceso constituyente, es más, decidió optar por la vía violenta de detener el proceso constituyente, tomando instituciones. Entonces, la confrontación se trasladó a otro escenario, el de las calles y el de los caminos, en el espacio de lo que pretende controlar la oposición, que corresponde al espacio geográfico de la Media Luna. Este enfrentamiento terminó en el choque descarnado de fuerzas en el Porvenir, en el departamento de Pando. Es cuando se produjo el asesinato de dos ingenieros de la prefectura de Pando, en el momento que cavaban trincheras para detener la caravana de campesinos, que venía del Beni El enfrentamiento terminó en una masacre de campesinos, sumando varios muertos. Es el momento del desenlace del periodo de los enfrentamientos abiertos, descarnados, cuando fue derrotada la oposición, la llamada Media Luna, usando esta táctica y estrategia del enfrentamiento directo, por la vía violenta.
Respecto a la segunda gestión del gobierno neopopulista, se hace la siguiente evaluación:
Dos son los conflictos que sitúan el lugar de alejamiento del gobierno, su distanciamiento respecto de la Constitución; uno es el conflicto del llamado “gasolinazo”; el otro es el conflicto del TIPNIS. El conflicto del “gasolinazo” devela la relación concomitante del gobierno con las empresas trasnacionales de los hidrocarburos. El chantaje conocido de estas empresas era de que no invertirían en exploración, tampoco lo harían en la producción de carburantes, si no se modifican los precios congelados del mercado interno, sino se vendía a precios del mercado internacional, incluso privilegiando la exportación y afectando al mercado interno; lo que equivale a revisar la Constitución. El gobierno, con el argumento de la insostenible subvención a los carburantes llega a subir los precios en un incremento exorbitante para el pueblo, alcanzando subidas hasta de un 80% y más. El levantamiento popular contra la medida del gobierno lo obligó a retroceder. En otro texto dijimos, parafraseando a Sergio Almaraz Paz, que el gobierno había cruzado la línea, sin darse cuenta, se encontraba del otro lado de la vereda enfrentando a su pueblo.
El conflicto del TIPNIS fue más grave. Retomando la misma figura, el gobierno cruzó una segunda línea, esta vez con plena “consciencia” nacionalista, ahora se encuentra del lado de la vereda del modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente, enfrentándose a las naciones y pueblos indígenas, enfrentándose a las comunidades indígenas. No vamos a narrar aquí el dramático conflicto del TIPNIS; nos remitimos a los textos que han tratado, de manera más pormenorizada el conflicto. En este balance nos interesa apuntar este hito en la conmensuración del desplazamiento del gobierno, alejándose cada vez más de la Constitución y de los objetivos del “proceso de cambio”.[13]
Sobre el camino sinuoso de las reformas, se escribe:
Tres bonos marcan la política social del gobierno; el Bono Juancito Pinto, La Renta Dignidad, El Bono Juan Azurduy. El primero, como un estipendio provisional para los estudiantes de primaria, con el objeto de evitar la deserción escolar; el segundo, como un bono a los adultos mayores; el tercero, como una atención a las madres embarazadas, con el objetivo de incidir en los altos niveles de mortalidad materno infantil. Tres bonos, cuyas características son de alcance coyuntural. Para lograr efectos estratégicos se requiere inversión logística, de largo plazo, que impacte estructuralmente en las condiciones y causas de los problemas que se quieren atender.
Tres logros económicos distinguen la política económica del gobierno; la acumulación de las reservas internacionales, la estabilidad económica y el mantenido crecimiento económico.
En el campo político ha mantenido su hegemonía y preponderancia desde las elecciones de 2005. Con las elecciones del 2008 ha logrado controlar los 2/3 del Congreso; con esta mayoría plena tenía las manos libres para cumplir con la Constitución.
En los demás terrenos son inciertos sus logros, hasta discutibles.
Una nueva reforma educativa definida por la Ley Avelino Siñani y Elizardo Pérez, con enunciados recogidos de la Constitución; empero, contrastando en los artículos operativos. Una reforma educativa consensuada corporativamente con el gremio de los maestros; uno de los estamentos más conservadores de la sociedad, inclinados a la demanda economicista, aposentados en el privilegio de contar con trabajo y sueldo garantizados. Una reforma educativa, que como en el resto de la administración estatal, mantiene la misma institucionalidad escolar y educativa, teniendo como núcleo el aula, médula del diagrama disciplinario de la modernidad, no tiene perspectiva de impacto en la tarea de descolonización. Esto a pesar de la retórica del “modelo social comunitario productivo”.
La movilidad social se ha debido al impacto del incremento presupuestario en los gobiernos del país, de los departamentos, de los municipios, incluyendo a las universidades. También se puede decir que se ha debido al impacto del crecimiento económico, sin entrar en detalles, que representa este indicador estadístico. Nos remitimos a los textos que analizan el tema.
El proyecto de industrialización es un soberano fracaso. Las empresas públicas implementadas por el gobierno o no se ponen en marcha, o son deficitarias, o son un reverendo bluff. La Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (EMAPA), se ha convertido en una agencia comercializadora; está muy lejos de haber dado un primer paso en la consecución de la soberanía alimentaria. Lo grave es que esta dedicación comercializadora, justificada para evitar la escalonada de precios de los bienes alimentarios, ha comenzado a afectar a la producción del país; por ejemplo, a los pequeños y medianos productores de arroz, quienes no pueden competir con los precios del arroz importado de Paquistán. No hablamos aquí de las empresas estatales ya establecidas desde antes y después de la revolución de 1952; YPFB y COMIBOL.
El programa Evo Cumple ha desatado una escalada sin precedentes de corrupción. No se rinden cuentas, no aparecen las obras, cuando aparecen están muy mal construidas, mostrando papablemente que disminuyeron los costos reales, aunque se mantuvieron los costos ficticios en los presupuestos. Lo peor ocurrió en el programa de vivienda; empresas fantasmas que se llevaron la plata, dejando sin casas a los supuestos beneficiarios. Cuando se terminan de construir las viviendas, aunque sea en parte, suben los costos, y terminan acabadas con materiales baratos. Si recientemente ha habido un esmero en corregir este desastre, de ninguna manera compensa el desfalco al erario del país. Sorprende que la Contraloría tenga los ojos vendados ante estos lamentables sucesos conocidos por todos, sobre todos los involucrados, de las zonas y regiones referenciales de los proyectos.
La decantada lucha contra la corrupción ha terminado siendo un instrumento de persecución de los opositores. Un ministerio, el Ministerio de Transparencia Institucional y Lucha contra la Corrupción, se encarga de investigar más sobre las corrupciones pasadas, de los anteriores gobiernos, que la expandida corrupción desatada en el presente, el habido en las gestiones del “gobierno progresista”. Este programa de lucha contra la corrupción y por la transparencia más parece una capa estridente que cubre la efectiva corrupción proliferante.
Lo que notablemente ha avanzado es la construcción de carreteras. Podríamos decir que la vertebración caminera del país ha sido de los proyectos mejor ejecutados, sin descontar los problemas relativos a los acabados de algunos tramos, sin tomar en cuenta la repetida inclinación a los sobreprecios.
En el plano internacional, el principal emblema del gobierno fue la defensa de la Madre Tierra. Este postulado cayó a los suelos por el doble discurso, como dice James Petras, discurso radical afuera y ortodoxo en la implementación de políticas monetaristas dentro; pero, sobre todo ortodoxo en el modelo extractivista. El último discurso creíble del presidente fue en Copenhague, Cumbre del Clima de Copenhague 2009 (COP15), cuando habló ante cien mil activistas del mundo, declarando la guerra al capitalismo en defensa de la Madre Tierra. En Cancún, (COP 16), la posición boliviana quedó solitaria, mientras los aliados del ALBA se apresuraban a aceptar la ilusión y la dependencia del capitalismo verde. El presidente ya no gozaba de credibilidad, sobre todo después del conflicto del TIPNIS.
Como dijimos en otros textos, las políticas, los programas, las alianzas de integración continental, son más una ocupación burocrática, de encuentros altisonantes de presidentes y cancilleres, con efectos comunicativos; empero, ocurre, paradójicamente, que esta pose integracionista contrasta con efectivas realizaciones hacia la integración de la Patria Grande. Es como calmar la consciencia con escenarios grandilocuentes, mientras nuestros pueblos padecen la separación.
Como podemos ver, el camino de las reformas, escogido por el gobierno, es sinuoso y contradictorio. No se puede decir, de ninguna manera, que no han mejorado ciertas condiciones de vida de las mayorías, sobre todo de los sectores organizados y corporativizados. Sin embargo, no hace otra cosa que repetir, en menor escala, y de una manera inacabada, la experiencia del Estado de Bienestar. Sus políticas están muy lejos de lo que exige la perspectiva del sumak kausay/sumaj qamaña. Ya lo dijimos, no es el camino de la Constitución, sino se trata de un recorrido contrastante.[14]
Las conclusiones de la evaluación del documento mencionado, que corresponden como a la mitad de las dos décadas, que comprometen a dos gestiones, de gobierno neopopulista, son las siguientes:
- No se sale de la trama política, inscrita como formato, si no se teje otra trama.
- Para que las composiciones de las dinámicas moleculares de la potencia social, para que las fuerzas constituidas por la potencia social, no sean capturadas por las redes institucionales del poder, es menester la desmesura y la proliferación abundante de las líneas de fuga.
- La organizaciones sociales no son, de por sí, una garantía, para resistir a la atracción del poder, del polo ficticio del poder, que se alimenta de potencia social. Es menester que la movilización pueda atravesar los límites de las representaciones, que son otras prácticas, delegadas, de las formas polimorfas de poder.
- Para mantener la permanente creación de la potencia social, es menester mantener abierta, de manera permanente, la capacidad inventiva, la flexibilidad de las composiciones y organizaciones sociales, haciendo recaer el condicionamiento en la facultad dinámica y participativa, no en los efectos molares, estadísticos, orgánicos e institucionales.
- El polo ficticio del poder, las instituciones imaginarias, deben ser absorbidas por el polo “real”, la potencia social. Esto puede ocurrir en transiciones continuas emancipadoras y liberadoras.
- La caída de la potencia social, de las fuerzas y composiciones de la potencia social, de la movilización prolongada boliviana, en las redes institucionales del Estado-nación, se debió a que las anteriores condiciones de posibilidad no se cumplieron.[15]
Del entusiasmo a la decadencia, pasando por la regresión y la restauración. Después viene la implosión.
Si la primera gestión de gobierno fue del entusiasmo, en la segunda gestión comenzó el desencanto, cuando se experimenta la regresión, luego la restauración de lo mismo. La tercera gestión correspondió al ingreso de lleno a la decadencia, luego vino la implosión, es decir el derrumbe. Este es el itinerario de las tres gestiones de gobierno de la forma de gubernamentalidad clientelar, conducidas bajo el liderato de Evo Morales Ayma. La cuarta gestión de gobierno del MAS corresponde al retorno del neopopulismo, después de una breve interrupción, debido a los primeros síntomas de la implosión desencadenada, que, en principio, fue guardada internamente, invisible a los ojos ajenos, después se hizo evidente, se exteriorizó como explosión.
La que hemos considerado el largo proceso de la insurrección, comenzó con la crisis del gasolinazo, después vino el conflicto del TIPNIS, a continuación el conflicto del Código penal. Los tres conflictos los perdió el gobierno del MAS. Esta derrota política de la movilización social antigubernamental se ratificó en la derrota en la elección de magistrados, cuando ganó el voto nulo. Posteriormente vino la derrota en el referendo constitucional, cuando se intentaba una reforma constitucional para habilitar la elección indefinida del presidente, que según la Constitución ya no podía candidatear consecutivamente. La movilización en torno a la defensa del voto, que definió el destino del referéndum, derivó en los veintiún días de movilizaciones que derivaron en la renuncia del Presidente y del Vicepresidente. Aconteció el derrumbe del gobierno neopopulista, la conformación de un “gobierno de transición”, que fue, en realidad resultado de las negociaciones entre el MAS y la oposición, más bien parte de la oposición. Las reuniones fueron impulsadas por Jorge Quiroga Ramírez, después ratificada en el Palacio quemado por las organizaciones sociales, que asistieron a una reunión con el “gobierno de transición”, vueltas a ratificar con las organizaciones sociales en El Alto, cuando se presentó a esta reunión Jerjes Justiniano Atalá, vocero del gobierno. Todo esto se refrendó en el Congreso bajo la presidencia del senado de Eva Copa. El error cometido por el “gobierno de transición” es prolongarse en el gobierno, en vez de convocar a elecciones, además de postular a Jeanine Áñez Chávez a la candidatura a la presidencia.
Durante el “gobierno de transición” se desencadenaron cruentas represiones, que derivaron en hechos de sangre, sumando muertos y heridos, una en Senkata, El Alto, la otra en Sacaba, Cochabamba. Las organizaciones sociales denominan a estos hechos la masacre de Senkata y la masacre de Sacaba. Las investigaciones de lo ocurrido no se han dado, empero de ha apresado a los que se considera responsable de las masacres.
Durante el “gobierno de transición”, que resultó prolongado, se padeció la pandemia del COVID. El mal manejo de la pandemia por parte del gobierno recrudeció las movilizaciones. El espectro de la muerte ocupó las calles de las ciudades, en los hospitales y las clínicas, también algunos pueblos, sobre todo en el Beni. Al culminar la pandemia las movilizaciones sociales impusieron la convocatoria a las elecciones.
Sobre la transición incierta y el círculo vicioso del poder, se expone lo siguiente:
La coyuntura de la transición electoral muestra una continuidad de la crisis constitucional, institucional y del fraude electoral, de la coyuntura anterior. La continuidad consiste en la persistencia de la crisis política, signada, sobre todo, en la crisis estructural de los partidos políticos. Los operadores políticos están muy lejos de siquiera aproximarse a los desenvolvimientos de la potencia social, desplegada durante el conflicto de la revolución pacífica boliviana y la reacción social, que se sucedió en pleno desconcierto, de los sectores sociales afines al Movimiento al Socialismo (MAS).
El gobierno de Janine Añez ha dejado de ser “gobierno de transición” para convertirse en un gobierno de la continuidad inconstitucional. Como el anterior gobierno, pisotea la Constitución. El pueblo, el soberano, tiene la responsabilidad de defender la Constitución. La presidenta de “transición” se ha dejado manejar por una fraternidad de machos. La fraternidad masculina conservadora, beneficiada por el gobierno del Caudillo déspota. El círculo vicioso del poder continúa la reproducción de la casta política, domina al pueblo por la simulación. El delito constitucional múltiple es no cumplir con la Constitución del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico, con el Sistema de Gobierno de la Democracia Participativa, Directa, Comunitaria y Autonómica. Postularse en una coyuntura álgida de transición. Se repiten no solo continuidades perversas del poder, a pesar de las diferencias ideológicas; lo sorprendente, hasta las mismas frases y hasta los mismos horarios, ritmos de la demagogia. Podemos hablar de la eterna “traición” al pueblo por la casta política. El “gobierno de transición” ha destruido la legitimidad de la convocatoria a elecciones, ha vuelto a la perversa manía de la demagogia y la extorsión discursiva al pueblo. Queda anulada la legitimidad de la convocatoria. El pueblo tiene la responsabilidad de garantizar la convocatoria. En consecuencia, todo el “gobierno de transición” debe renunciar por delito inconstitucional y por haber faltado la palabra al pueblo. Deja de ser de transición para convertirse en un dispositivo del círculo vicioso del poder. El pueblo tiene la responsabilidad de garantizar la realización electoral. Así mismo, la constitución exige la nacionalización de los hidrocarburos, después de la desnacionalización efectuada por Evo Morales con los Contratos de Operaciones. Si no se hace esto el “gobierno de transición” también es inconstitucional. Teóricamente el pueblo tiene derecho a la subversión.
Abundan los ejemplos de las sintonías entre el “gobierno de transición” y el anterior gobierno clientelar; por ejemplo, la campaña contra la línea de aviación estatal, BOA, en beneficio de la línea de aviación privada, Amazonas. Se ha ido el gobierno clientelar y corrupto, pero ha vuelto una burguesía intermediaria, que medra a costa del Estado, con el mal gobierno llamado equivocadamente de “transición”, que es de continuidad inconstitucional. Otra continuidad entre el “gobierno de transición” y el gobierno clientelar anterior es el dominio de la burguesía agroindustrial, otro jinete del Apocalipsis, además del dominio de las trasnacionales extractivistas, conocidas como jinetes de la muerte planetaria.
Teniendo en cuenta este panorama reciente de la coyuntura de la transición electoral, podemos decir que el peso de las secuencias de hechos, de los decursos, contiene más de la repetición de las prácticas de poder que la incorporación de nuevas prácticas o, por lo menos, de otros estilos matizados. Desde esta perspectiva, la “transición” aparece más como continuidad soterrada de lo que acontecía bajo el régimen clientelar. Otro ejemplo de los parecidos o, si se quiere, entre el “gobierno de transición” y el “gobierno progresista” es la repetición de los escándalos. En el periódico Página Siete aparece la noticia del escándalo de venta de cargos en el Ministerio de Minería, que enloda al ministro Carlos Huallpa, a pesar de que en la Dirección de Asesoría Jurídica negaron que la autoridad de esa cartera esté involucrada en los negociados de su exasesor. En el ministerio aseguraron que la autoridad es quien interpuso la querella en contra de su exasesor Juan de Dios F., quien en la actualidad tiene detención domiciliaria, después de ser aprehendido por los delitos de uso indebido de influencias. El director de Asesoría Jurídica de Minería, Wilson Beltrán dijo que: “Sobre las denuncias, entre comillas, de funcionarios del ministerio, no tenemos conocimiento de ninguna de manera oficial y a la unidad jurídica menos llegaron éstas de manera verbal o escrita. Sobre el tema de que el ministro (Huallpa) estaría involucrado, por el contrario, él es el denunciante, por lo que se descarta que sea así”. Destacó que el ministro, como jefe de cartera, dentro de la imputación figura como denunciante y en la práctica él es quien firmó el memorándum de destitución del exfuncionario Juan de Dios F. y fue quien presentó la denuncia de los negociados. El exfuncionario trabajó desde diciembre en el Ministerio de Minería, pero en la página web de la Contraloría se verificó que el sospechoso presentó su declaración jurada el 20 de noviembre del año pasado.
Siguiendo con las analogías, el gobierno de Jeanine Añez Chávez también obedece a las transnacionales extractivistas. La destitución del especialista en litio, Juan Carlos Zuleta Calderon fue impuesta a pedido de una empresa alemana que se beneficia de un contrato oneroso, del gobierno de Evo, que le regala el litio por cuarto de siglo. Se luchó y derrocó al Caudillo déspota por ser agente de las transnacionales extractivistas y pirómano del Chaco y la Amazonia, ecocida y democracida. El gobierno de Jeanine Añez continúa por el mismo camino, el círculo vicioso del poder.[16]
La evaluación hasta la tercera gestión del gobierno neopopulista, incluyendo a la interrupción con el “gobierno de transición”, es denominada como la revolución truncada. En un ensayo que titula precisamente La revolución truncada, se escribe:
Primero, no hay que olvidar, en el análisis comparativo, que el gobierno clientelar había implosionado o sufría de una implosión, más o menos lenta, desde que se constatan sus regresiones, retrocesos y, lo peor, sus restauraciones. Cuando estalla la crisis constitucional, institucional y del fraude electoral era ya un gobierno insalvable, haga lo que haga, incluyendo a su desesperado recurso del fraude electoral. En todo caso, el bloqueo de Senkata defendía algo que ya había muerto. Ya no se podía alterar el decurso del acontecimiento político. Y parece que tampoco se puede alterar lo que viene, la realización de las elecciones sin los candidatos cuestionados y en exilio.
Segundo, los 14 años de gestiones de gobierno, sobre todo lo que corresponde a la última década, desde el 2009, evidenciaron el carácter no solamente inconstitucional, al no plasmar la Constitución en transformaciones estructurales e institucionales, sino también el carácter re-colonizador, debido a sus enfrentamientos con las naciones y pueblos indígenas; así como, debido a su opción por el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, el gobierno neopopulistas se convirtió en un agente de las empresas trasnacionales extractivistas. Estas regresiones lo arrastraron a enfrentamientos con el pueblo. Bajo estas consideraciones, se puede decir que ya no era un gobierno defendible, menos un proyecto defendible, pues el proceso de cambio había muerto.
Tercero, la forma de gubernamentalidad clientelar se dejó atravesar y hasta controlar por las formas paralelas del lado oscuro del poder. Al convertirse en un operador del lado oscuro del poder sus políticas, por lo menos parte de ellas, eran tomadas en función de la reproducción del lado oscuro del poder. Esta situación atrapó al gobierno en redes incontrolables, por lo menos desde el gobierno mismo, cuyas lógicas perversas lo arrastraron no solamente a reforzar la dependencia geopolítica del sistema-mundo capitalista, sino del lado oscuro de la encomia-mundo. En estas condiciones el “gobierno progresista” se encontraba no solo corroído por dentro, sino mermado demoledoramente en las propias fuerzas que lo habían fundado.
Cuarto, el gobierno neopopulista al querer mantener su convocatoria por la vía clientelar, se inclinó por destruir el tejido social de las organizaciones sociales, buscando controlarlas desde arriba. Con el resultado dramático que, después de un tiempo, ya no contaba con organizaciones sociales sólidas, cohesionadas, consistentes en su tejido organizacional, sino con fantoches, que llamaba “movimientos sociales”, cuando éstos habían desaparecido. Por esta razón no pudo movilizar a “movimientos sociales”, que solo existían en la cabeza del caudillo y del ideólogo del desastre. Por esta razón optó por comprar a gente para que se movilice en defensa de un caudillo que huyó sin dar la cara, abandonando a su propia gente.[17]
El análisis de La revolución truncada observa que tanto la movilización prolongada del 2000 al 2005, así como las movilizaciones gestadas desde el 2010, comenzando con el gasolinazo, alcanzando un desemboque no esperado el 2019, que adquirieron un cariz antigubernamental, fueron procesos truncados. En el ensayo citado se expone lo siguiente:
¿Dónde radica la importancia de la coyuntura, su singularidad, el contenido de sus posibilidades? Anteriormente configuramos el concepto de espesores de la coyuntura, desde la perspectiva de la complejidad, teniendo en cuenta la simultaneidad dinámica, más acá y más allá de los a priori de espacio y tiempo, más bien, ligada a la concepción de tejido del espacio-tiempo de la física relativista y la física cuántica; ahora, poniendo en juego esta concepción de la complejidad, podemos evaluar e interpretar la coyuntura en cuestión comprendiendo la actualización y síntesis disyuntiva de la dinámica de los espesores. Al respecto, lo primero que hay que hay que anotar es la experiencia social y política en la historia reciente, sobre todo en la recientísima historia, concentrada en la coyuntura. Lo que se ha observado es el entramado social subyacente a las movilizaciones en torno al conflicto político; hablamos de un entramado de una formación social pluricultural, mestiza e indígena, que, siendo el substrato del ámbito de relaciones y estructuras sociales subyacentes, ha sido reconocida como tal en escasos momentos de emergencia histórica-política. Recientemente, durante la movilización prolongada (2000-2005), cuando los hilos de los tejidos nacional-populares y los hilos de los tejidos indígenas se encuentran, entrecruzan y experimentan metamorfosis y hasta simbiosis. Un poco después, podríamos decir después de catorce años, vuelve a suceder este reconocimiento y autoconocimiento colectivos. Vuelve a suceder en la revolución pacífica y su contraste como reacción partidaria, apegada al gobierno derrocado, en pleno desconcierto. Se trata de un pueblo que recurre a los estratos de su memoria cultural y política para asumirse en un presente en crisis. Las tradiciones de lucha mineras se asocian a las recientes movilizaciones ciudadanas, la resistencia persistente de los ayllus se conecta con la defensa de la Amazonia y el Chaco por colectivos de voluntarios que luchan contra el incendio extractivista y de ampliación de la frontera agrícola y ganadera. Los cultivadores de la hoja de coca tradicional se vinculan con las redes de jóvenes de la resistencia democrática. Sindicatos campesinos se reconcilian con algunas ciudades, como sucedió en Potosí. Demandas de defensa de los recursos naturales, como las relativas al litio, se articulan con demandas regionales, como las de Santa Cruz. Estas son algunas de las conexiones dadas en las movilizaciones recientes de defensa de la democracia, defensa del voto y contra el fraude electoral.
Por otro lado, como buscando contrarrestar lo que pasaba, la reacción política del bloque social que fue oficialista, altamente debilitado, puso en escena el núcleo duro del MAS, las Federaciones del Trópico de Cochabamba y sus entornos y territorios irradiados. Así también, a los siete distritos de la ciudad de El Alto que controlaba el MAS, exceptuando a los otros siete distritos que apoyan a la alcaldesa de la oposición, Soledad Chapetón. El resto de los movilizados, en la reacción desesperada por cambiar el curso de los acontecimientos, mas bien, es emplazado de manera improvisada, solicitados por la contratación y la circulación dineraria, exceptuando otros sectores afines al MAS de concentración puntual en algunas ciudades y algunas zonas rurales. El enfrentamiento se dio entre un entramado social emergente, que buscaba responder a la crisis política, leída como “destrucción de la democracia”, y un entramado emergido con anterioridad, casi dos décadas precedentes, que se aposentó como bloque político de apoyo del “gobierno progresista”. Esto en lo que respecta a los bloques sociales enfrentados. Sin embargo, en el conjunto de los distintos planos de intensidad puestos en juego, no solo cuentan los bloques sociales, sino también los operadores políticos, para decirlo de esa forma, de manera particular, los partidos políticos, la casta política, también enfrentada. Hay que tener en cuenta que este enfrentamiento en el campo político se da bajo otros códigos, los relativos a la ideología y a la formación discursiva política del campo político especifico, el boliviano. Los señalamientos de la diatriba puesta en los medios se pueden resumir en ciertos epítetos en uso; la oposición acusaba al oficialismo de “corrupto”, “autoritario”, hasta “dictador”, incluso denunciado como comprometido con el “narcotráfico”; el oficialismo anterior acusaba a la oposición de “racista”, “fascista”, “oligárquica” y “proimperialista”, incluso de “golpista”. Estos conjuntos de códigos contrastados sitúan y ubican al enemigo, atribuyéndole las deleznables características que lo convierten en indeseable y susceptible de destrucción.
Cuando los partidos políticos operan, buscando conducir a los bloques sociales enfrentados, les atribuyen los códigos políticos e ideológicos en boga, usados por los aparatos políticos, sin tomar en cuenta los conglomerados de códigos usados por los mismos bloques sociales. Los partidos políticos no se ocupan ni preocupan por comprender qué pasa en los bloques sociales, sino que los tienen como referentes provisorios en sus narrativas usuales, vaciándolos de los contenidos propios de la experiencia y la memoria social. Entonces, la interpretación que se impone mediáticamente es la que corresponde a las narrativas usuales políticas e ideológicas, sin aportar un ápice al conocimiento de lo que ocurre. Por eso, respecto a lo que ha acaecido en Bolivia, las interpretaciones en boga hacen gala de su pobreza; una narrativa, la de la “izquierda”, reduce lo ocurrido a la interpretación de “golpe de Estado”; la otra narrativa, la de la “derecha”, reduce lo ocurrido al derrocamiento de un “narcoestado”. Por cierto, esta pobreza interpretativa no solamente no aporta nada a la comprensión, entendimiento y conocimiento de lo ocurrido, sino que arroja a las sombras a la experiencia y memoria sociales políticas. No se pueden tomar en serio estas narrativas reiterativas de la casta política, salvo como anécdotas, en el mejor caso, como datos que dan cuenta de la decadencia política y de la degradación intelectual de sus voceros.
Frente a este mutismo estridente y enceguecimiento luminoso, debido al espectáculo mediático, los bloques sociales tienen la imperiosa tarea de la pedagogía política, del aprendizaje, del autoconocimiento colectivo, de la dignificación y valorización de sus experiencias, en aras del ejercicio pleno de la democracia y de la política. Lo que ha sucedido en la historia reciente es el truncamiento de la potencia social, mediante la usurpación de sus logros, desplazamientos, desenvolvimientos y rupturas, por parte de operadores y dispositivos de poder de la casta política. Respecto a la movilización prolongada, el MAS y su caudillo patriarcal usurparon la victoria del pueblo frente al proyecto político-económico neoliberal; respecto a la revolución pacífica de la resistencia democrática, la “derecha” usurpó la victoria del pueblo y el derrocamiento del gobierno clientelar y corrupto, reduciendo esta victoria y este derrocamiento a un mero trámite electoral. Cuando la potencia social alumbró el horizonte de la construcción del país sobre la base de la revolución de afectos y solidaridades, reconocimientos y autoconocimientos.[18]
El retorno neopopulista a su propia implosión
El último gobierno del MAS, que corresponde al retorno, después de las elecciones de 2020, se caracteriza por la vuelta, hacia atrás, como en el tiempo, retorno a la caída, a la implosión anterior, en plena decadencia. Caída e implosión interrumpida por la crisis coyuntural del 2019 y su desemboque en el llamado “gobierno de transición”. El gobierno de Luis Arce Catacora ingresa directamente al desenlace de la crisis económica, que adquiere las características abrumadoras de una crisis de la escasez desbordada. Desaparecieron las reservas internacionales, desaparecieron las reservas comprobadas de los hidrocarburos, desaparecieron las divisas, desaparecieron los recursos disponibles del Estado. Se paga el tremendo costo de las malas administraciones públicas, escandalosamente discrecionales. Se padece el incremento abismal de la deuda externa y de la deuda interna, impagables, dadas las condiciones en la que se encuentra la economía, considerando los indicadores macroeconómicos. Se debe, por estos conceptos, cuarenta mil millones de dólares. Lo más grave de las consecuencias de un manejo discrecional de la economía nacional se observa en el demoledor desabastecimiento de energía, de la gasolina y el diésel. Es el acabose, el derrumbe más estrepitoso que tuvo el MAS, incluso si comparamos con su caída el 2019. A esto se suma su desaparición práctica del mapa político. En la segunda vuelta de las elecciones del 2025 el MAS no aparece en el balotaje. Es más, se derrumba calamitosamente dividido en tres fragmentos, escindidos de una matriz que nuca logró convertirse en un partido estructurado, dejando de ser el movimiento político que lo caracterizó, vinculado, en principio, a parte de los movimientos sociales.
A modo de conclusión vamos a recurrir a las reflexiones expuestas en el ensayo Réquiem para un Estado Plurinacional, donde se escribe:
La preocupación por el Estado Plurinacional sustituyó a la preocupación por el Estado nación. El proceso constituyente fue el recurso institucional, en el contexto turbulento de realización de un nuevo marco jurídico y político de transformación institucional. Sin embargo, esta voluntad quedó truncada ahí con la llegada al poder de un conglomerado político, que no era ni partido, tampoco movimiento, aunque sí contenía en su seno a organizaciones sociales, emergidas y fortalecidas durante la resistencia al neoliberalismo. El Estado Plurinacional se redujo a la promulgación del texto escrito de la Constitución, que nunca se cumplió. El desenlace político fue la de la conformación de un gobierno con características barrocas, compuesto por la forma de gubernamentalidad clientelar. Otra vez la historia jugaba con ironía, con las resultantes de la correlación de fuerzas. Las gestiones de gobierno del MAS no fueron otra cosa que una comedia grotesca, tanto de la versión nacional popular, como de la versión implícita en la Constitución, que tiene que ver con la descolonización. Este remedo sirvió para enriquecer a una casta política gobernante, que corresponde al ovillo de la dependencia, que está al servicio de las trasnacionales extractivista y de los cárteles.
En otras palabras, la problemática estatal se diluyó a lo largo de los periodos mencionados, prácticamente desapareció. No es tratada ideológicamente, ni teóricamente, ni políticamente, no es asunto de los partidos políticos involucrados. A lo que se reduce el tratamiento de la problemática es a obtener una democracia institucional, a recuperar la institucionalidad; esto es lo que se puede recoger de las voces de la llamada oposición. El coro de intelectuales preocupados por la crisis institucional acompaña está proyección política. En contraposición, el sector oficialista se reduce a decir que se cumplió con la Constitución, que se está, por decreto, en un Estado Plurinacional, que debería ser, además, de acuerdo a la Constitución, Comunitario y Autonómico; sin embargo, esto queda completamente soslayado en la versión de los voceros oficialistas. Consideran que el Estado Plurinacional se reduce a cambiar de nombre al mismo Estado nación en crisis, que lo plurinacional corresponde a la incorporación de dirigencias del partido oficialista a la gestión de gobierno y a la administración del Estado, gestión de gobierno y administración del Estado que han servido para desplegar una expansiva corrosión institucional y a una galopante corrupción. Esta vez la ironía de la historia ha llegado a lo grotesco político.
En la actualidad, en la coyuntura, en el momento presente, en los contextos definidos en este ahora, donde se desenvuelve la crisis múltiple de manera vertiginosa, todo se ha diseminado y se mueve en estrechos márgenes, excesivamente mezquinos. Las grandes narrativas se han hecho trizas, las ideologías prácticamente han desaparecido, los postulados políticos, de cierto alcance, también han periclitado, todo se resume a las más groseras formas del círculo vicioso del poder. Lo que importa es mantenerse en el poder o, en su caso, llegar al poder y preservarlo a como dé lugar, con la salida más insólita, con las prácticas más sinuosas, con las formas institucionales más corroídas, con la corrupción más galopante. Se resalta la miseria humana.
En Bolivia el anhelo político se ha reducido a la unidad de los bolivianos o, en su caso, a continuar el camino decadente del asesinato del proceso de cambio, que de cambio no ha tenido sino el nombre. Lo único que se ha desplazado es la forma clientelar más espantosa, el manejo más doloso de la cosa pública, el desenfreno más compulsivo de enriquecimiento, a costa de los recursos del Estado, mal administrados, a costa de los recursos naturales, entregados a las transnacionales extractivistas. En otras palabras, los horizontes han desaparecido, sólo hay el círculo estrecho del minuto presente, del mezquino minuto presente de la decadencia.
En este contexto, en este panorama, en este balance, en esta situación calamitosa, ¿qué se puede esperar? ¿Volver a plantear la problemática del Estado, la cuestión nacional, la restauración del Estado nación? ¿Insistir en recuperar la visión del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico, que se establece en la Constitución? Sobre todo, después de que la ironía de la historia ha jugado con desenlaces paradójicos, con la resolución teatral tanto del Estado nación como del llamado Estado plurinacional.
Nuestro planteamiento es el siguiente: Ya no es posible replantear la cuestión nacional, la cuestión del Estado nación, tampoco la cuestión del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico. Resultaría anacrónico hacerlo, aunque mucho menos en el caso del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico establecido por la Constitución, puesto que no se puso un solo ladrillo, no se tuvo ni la más mínima voluntad por realizar transformaciones estructurales e institucionales para la construcción del Estado Plurinacional. En este caso, amerita continuar la evaluación crítica de lo que ha ocurrido, desde la perspectiva de las dinámicas complejas, que hacen a las dinámicas moleculares sociales y a las dinámicas molares sociales.
Ahora bien, es importante no olvidar las estructuras de larga duración, que hacen a los ciclos largos, medianos y cortos de las temporalidades sociales. En un contexto mayor, no olvidar las distintas urdimbres y texturas del tejido espacio-tiempo territorial y ecológico, que cobija a las sociedades humanas y a las sociedades orgánicas. En las estructuras de larga duración es importante no olvidar que, en el continente de Abya Yala, la configuración preponderante de los pueblos y sociedades se da en términos de confederaciones y alianzas territoriales, además de filiaciones corporales. Las estructuras piramidales son tardías, incluso si consideramos la historia de Caral, además de tener en cuenta los referentes de Tiwanaku, del Tahuantinsuyo, de los mayas, de los mexicas. Las estructuras piramidales se dan tardíamente, ampliando la mirada, se trata de 3000 años antes de nuestra era. En el caso de Caral pasa algo parecido a lo que pasa con Tiwuanaku.
Empero, las comunidades ancestrales, los Ayllus, las sociedades sin Estado, los tejidos sociales vitales primordiales son más antiguos, tenemos que hablar por lo menos de unos 15000 años atrás. Cuando llegaron los conquistadores se encontraron con estructuras sociales piramidales, que prácticamente habían desaparecido, como en el caso de los mayas, y con estructuras sociales piramidales persistentes, como en el caso de los mexicas y de los incas. Cuando tomaron Tenochtitlán conquistaban la metrópoli agrícola urbana más grande del continente, pero esto no equivalía a tomar el continente mismo, que estaba mayoritariamente poblado por confederaciones de pueblos y sociedades. Al respecto, se puede hablar inclusive de la derrota de los españoles en combate frente a estos pueblos guerreros, uno de los casos paradigmáticos es la derrota de los españoles por parte de la nación y pueblos mapuches confederados.
Teniendo en cuenta la mirada retrospectiva para hacer un análisis crítico del presente, avizorando nuevos horizontes, es menester, como hemos dicho antes, de desandar el camino, recuperar la memoria y abrirse hacia el porvenir, que libere la potencia social, los saberes las convivencias y consensos comunitarios, la solidaridad y complementariedad ecológica entre los seres.[19]
Notas
[1] Raúl Prada Alcoreza: Trama política y potencia social. Oikologías. La Paz 2014.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Glosario de definiciones científicas.
[6] Revisar Potencia de la vida de Raúl Prada Alcoreza. Editorial Comuna. Educación en Resistencia. Talleres Gráficos Kipus. Cochabamba 2022.
[7] Raúl Prada Alcoreza: Trama política y potencia social. Ob. Cit.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.
[10] Ibidem.
[11] Ibídem.
[12] Ibídem.
[13] Ibídem.
[14] Ibídem.
[15] Ibidem.
[16] Raúl Prada Alcoreza: Consideraciones sobre la coyuntura de transición. OIKOLOGÍAS. La Paz 2020.
[17] Raúl Prada Alcoreza: La revolución truncada. OIKOLOGÍAS. La Paz 2020.
[18] Ibídem.
[19] Raúl Prada Alcoreza: Réquiem de un. Estado Plurinacional. Oikologías. La Paz 2024.
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